Hay dos acontecimientos que merecen una pequeña glosa en este programa, que no sólo es el portavoz de nuestras fiestas sino un reflejo de la vida de nuestro pueblo a través de un año.
El primero es la Semana Infantil, celebrada el 11 al 17 de abril, con todos los actos que la precedieron y la brillante clausura celebrada el día 1 de mayo. Fue algo nuevo en nuestro pueblo y algo muy difícil de encontrar a lo largo y ancho de nuestra geografía.
Fue algo que nuestros niños no olvidarán. Fue un trabajo largo, costoso, complejo, arduo y denso muchas veces. Pero todo esto quedó completamente olvidado con solo ver la alegría de nuestros niños.
La Semana surgió de un grupo de muchachos, que trabajaron con un tesón y una alegría dignos del mejor elogio y que pudo llevarse a cabo por la colaboración de todo Bañeres: Ayuntamiento, autoridades, entidades, empresas, particulares, etc., y también por la colaboración prestada por entidades y empresas dedicadas al mundo de los niños más allá de los límites de nuestro pueblo. Fue algo realizado con toda la “seriedad” y categoría digna de nuestros niños.
El otro acontecimiento tuvo lugar unos días después como broche final de nuestras fiestas: El traslado de los restos del cementerio viejo.
Bañeres, que sabe y vive lo que es la Fiesta, y que la completa como nadie en ese acto inefable del día 25, que no sólo es un recuerdo emocionado a los suyos, sino un apertura a un sentido de eternidad, quiso realizar ese acto emotivo y entrañable del traslado de los restos de nuestros antepasados con la dignidad y respeto que ellos merecen, por ello nada mejor que el realizarlo dentro del marco incomparable del 25 de abril donde se aúna el recuerdo, el presente, la fiesta, la oración y la esperanza.
Dos actos únicos que con la misma dignidad y sencillez que se efectuaron deben quedar también reflejados en la sencillez de esta glosa, como constancia del “buen hacer” de Bañeres.