San Jorge en la Iglesia cismática griega


José Luis Mansanet Ribes

Visitar Bulgaria y Grecia supone la ilusión de entrar en un mundo de otras formas religiosas cristianas, ponerse en con¬tacto con otras culturas, y vaya por delante la afirmación de que este artículo es sólo el relato de impresiones de un viajero sobre el tema y no un examen del mismo.

Efectivamente el viajero no llevaba ningún tema de estu¬dio, era un simple viaje de turismo, pero al toparse con San Jorge en Sofía, capital de Bulgaria, sintió la curiosidad de se¬guirle la pista en las ciudades que recorría, y siempre dentro del poco tiempo de que se dispone en la rigidez de un «excursión», aunque se pudo apreciar la extensa y profunda veneración del Santo en las iglesias cismáticas búlgara y griega, separadas de Roma con el Cisma de Oriente protagonizado por los patriar¬cas Focio (año 858) y definitivamente por Miguel Celurario (año 1053).

Sabido es que San Jorge de Capadocia, el nuestro, porque hay otros, tiene una de las historias más oscuras de la hagiografía, donde la leyenda supera a la realidad. Tribuno romano, mártir de la época de Diocleciano (s. IV), es conocida la leyenda del combate con el dragón que tenía prisionera a la princesa (Que se generó a partir del siglo X), y con cuya iconografía pasó su culto de Oriente a Occidente a través de Italia.

El Reino de Aragón le proclama su patrón a raíz de la bata¬lla de Alcoraz y conquista de Huesca sobre 1096. Y en la Edad Media era el santo popular por excelencia; el santo caballero invocado por los ejércitos cristianos, e innumerables órdenes militares se dedicaban a su nombre. Representaba el prototipo caballeresco del ideal cristiano. Otros tiempos y problemas han mermado su recuerdo lo que se trasluce en los templos modernos.

En la capital de Bulgaria, la iglesia de Santa Sofía (s. NOSOTROS) es uno de los monumentos más signifi¬cativos porque da nombre a la ciudad. En su interior encontramos el icono de San Jorge en el lateral derecho, y por cierto tenía ante sí una vela encendida.

Junto a Santa Sofía hay un pequeño parque y frente a la puerta central una fuente coronada por la estatua ecuestre de San Jorge y el dragón, de dimensiones reducidas (la lanza se le había perdido), si¬milar a la que hay en el claustro de la catedral de Barcelona, o a la que había frente a la primitiva iglesia de San Jorge en Alcoy. También hay en Sofía unas ruinas de la iglesia de San Jorge (s. IV); en cambio, en la espléndida catedral de Alexandre Neuski (construida en 1912), no pude encontrar al Santo.

La estatua ecuestre llama poderosamente la atención, no sólo por su analogía con las ya referidas, sino porque en las iglesias cismáticas es rarísimo ver esculturas, consecuencia de la feroz lucha de los iconoclastas (s. VIII y IX) contra toda representación divina (incluidos santos) en imágenes de cualquier forma, y que al mitigar su ardor admitió la representación pictórica de las imágenes divinas tanto en frescos y murales, como sobre tablas de madera, los iconos, de fervoroso culto entre los ortodoxos.

El iconostasio es el lugar preferente en las iglesias de rito griego, consiste en un retablo de pinturas que ocupa el lugar del cancel que separa el presbiterio del resto de la iglesia y oculta el altar a la mirada de los fieles; tiene una o varias puertas y por la central entran únicamente los sacerdotes al santuario. Allí se representan las figuras principales, normalmente Jesús, la Virgen, y el titular de la iglesia, e invariablemente en los templos antiguos San Jorge, y San Demetrio, que a veces se confunden cuan¬do van en traje cortesano, aunque es frecuente el San Jorge del dragón.

En el monasterio de Rila (s. X), una 123 km. de Sofía, considerado uno de los monumentos históricos y culturales más importantes de Bulgaria, cuya iglesia se halla toda pintada (interior y exterior), en una fantasía de imágenes y color, predominantemente rojo, en el iconostasio se encuentra el icono de San Jorge el 5º a la derecha, de pie y con la lanza en la mano de izquierda hacia su hombro derecho. Al preguntarle a un viejo pope que se hallaba sentado cuál de los iconos era el de San Jorge (para no confundirlo con San Demetrio) se levantó, tocó la tabla y luego besó sus dedos con devoción.

Eso es lo que hacen los fieles que visitan una iglesia, se acercan al iconostasio, tocan los iconos con los dedos y luego se llevan la mano a los labios con unción. Y eso es lo que ha obligado a recubrir los iconos más venerados con una chapa metálica (el pago?) que les protege del desgaste dejando asomar sólo el rostro.

Y rila, hay otro San Jorge en la lateral derecha, de pie con lanza y otro guerrero. No vi ninguna imagen con el dragón, solamente una en el museo, en forma de litografía y plancha del s. XVII.

En Salónica, ya en Grecia, se encuentra la Rotonda de San Jorge, que fue un mausoleo construido en el siglo IV, convertido en iglesia de San Jorge sobre el año 400. No hubo tiempo para ver su interior. Y en la basílica de San Demetrio (s. V), hay un San Jorge sentado matando al dragón, pero no en el iconostasio, sino en una hornacina de madera situada junto a la parte izquierda de la entrada al templo.

El viaje siguió hacia Meteora, ese bosque de rocas coronado por monasterios colgantes y cuyo acceso hasta hace poco era una cesta que se accionaba por un torno desde la parte superior. Entre ellos destaca el Gran Meteora en cuya iglesia (s. XVI) decorada íntegramente con frescos, está San Jorge en el iconostasio el 5º a la izquierda, pintado sobre la columna, de pie y vestido de cortesano con lanza en la mano.
En Atenas no lo vi en la catedral ortodoxa, ni en la católica, pero hay una diminuta iglesia de San Jorge, toda blanca, en la cumbre de la verde colina de Licabitos, desde donde se divisa toda Atenas. Esta diminuta iglesia justifica por sí sola un viaje a Atenas -con perdón de la Acrópolis- para los sentimentales devotos de San Jorge. Allí el Santo está en el iconostasio el 3º a la derecha de Jesús (la izquierda mirándolo de frente), es una imagen a caballo; hay además una figura grande en el lateral izquierdo del templo, recubierta de metal excepto la cara; otra pequeña a la entrada y media docena de figuras de San Jorge en la parte lateral derecha. Se estaba preparando un bautizo.

En una iglesia de Samos allí está San Jorge con el dragón y sin la doncella, el 5º en el iconostasio, con la lanza de izquierda a derecha.

En resumen, por todo lo visto, podría afirmarse que deben ser pocas las iglesias cismáticas griegas o búlgaras, las antiguas, que no tengan a San Jorge con lanza en el iconostasio u otro lugar (guerrero, cortesano o a caballo con o sin dragón), lo que acredita lo profundo y extenso de su veneración en aquellas tierras, pues como dice Francisco Berenguer Mora en «Bañeres y San Jorge», pág. 40, «La Grecia se esmeró más que las demás naciones en honrar al Santo y con justicia, porque habiendo recibido antes que los demás sus favores, correspondía que se adelantase en darle las gracias»…

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