Una obra de Manuel Boix

Cuando Manuel Boix estudiaba en la Escuela de Bellas Artes de Valencia, entre 1961 y 1966, ya eran constantes las visitas que hacía a algunos prestigiosos talleres de imaginería que había en el centro de la ciudad, que aprovechaba para estudiar y practicar determinados rocediments escultóricos que aún no conocía. «Siempre había deseado ser escultor» declara en el libro Biografías parciales. los años 70 en Valencia, Xavier Serra. Sin embargo, no será hasta que vuelve de Nueva York, donde vive y trabaja entre 1987 y 1990 cuando comienza a ocuparse también de la escultura. Son los años de preparación y presentación de las series, fundamentalmente escultóricas, El punto dentro del movimiento. El juego de pelota (Expo Universal de Sevilla, 1992), los Borja (Gandia, 1992-1998) y El laberinto y nuestras sombras en el muro (ARCO, Madrid, 1993). Sin dejar tampoco la pintura, la il • lustración de libros y carteles o, incluso, la escenografía, es la década en la que Boix recibe encargos muy diferentes (públicos y privados) para d`intervenir en un espacio determinado y rediseñarlo para ubicar una obra creada ad hoc para el emplazamiento. Son los años de Pirámides unidas por el ápice, para un patio interior singular; Monumento-fuente de la plaza de la Corte en Albalat de la Ribera; El hecho químico en el campus de Burjassot de la Universidad de Valencia; y, entre otros, el Monumento a los Maulets en Villarreal.

Es a principios del siglo XXI cuando Manuel Boix atiende la petición de la cofradía de San Jorge de Bañeres y el 22 de febrero de 2002 los presenta la maqueta del monumento. Es un Sant Jordi que huye del modelo de rasgos románicos del san Jorge «el Vellet» que tanta devoción tiene en el pueblo. Siendo aprobado el mismo día.