el monumento

Una nueva iconografía de San Jorge de estilo refinado, i preciosista, de alguna manera, irreal. Un Sant Jordi joven, sin caballo, en virtuoso y original equilibrio encima del dragón, que sorprende por la aparente naturalidad de la escena (parsimoniosamente y sin esfuerzo aparente le clava la lanza al dragón) y por su riqueza decorativa. Un Sant Jordi la capa cuyo, empujada por el viento, lo eleva y lo eleva muy por encima del pedestal de acero cortén que lo sustenta y que dota al conjunto de una sensación óptica de ingravidez.

Es justamente la «cubierta» el elemento que le da más movimiento y acción al escultuptura. el artista, que sabe perfectamente el punto concreto de la montaña donde se quiere ubicar el monumento, escenifica San Jorge como si hubiera acabado de un salto enorme desde el castillo, que tiene detrás, tirando con coraje encima del dragón, con una lanza-cruz en las manos (arma guerrera y símbolo cristiano conjunto que acentúan aún más la fascinación-nando verticalidad del conjunto escultórico).

Cabe destacar también el rostro de San Jorge, la serenidad de su cara, que sabe renacentista y «la gracia» los retratos de Sandro Botticelli: elegancia intel • lectual y exquisita representación de los sentimientos. En él podemos contemplar el equilibrio interior que exterioriza, nos lo dice todo sobre el personaje, a la vez que nos abre mil y un interrogantes; para que en el encargo del monumento, obviamente, también quiere satisfacer un ámbito mayor de sabor y de espectadores, incluso los devotos.

pero, a pesar de la importancia de lo que vemos en el rostro de San Jorge, quizás en este caso es tan relevante o más lo que ven sus ojos desde el punto geográfico privilegiado donde está ubicada la obra, los pies del castillo de Bañeres. Este Sant Jordi disfruta, en primer terme, de una visión global y aérea de la vil.la de Bañeres y, al fondo, toda la sierra y, muy particularmente, Campo de Mirra en que Jaume I firmó el Tratado de Almizrra. son 360 grados de panorámica para los ojos de San Jorge y para nuestros, cambiados y magnificados de fisonomía desde el 3 de marzo de 2003 en el que un par de grúas y una docena de operarios instala • instalaron el monumento, una 815 metros sobre el nivel del mar y con la presencia de las autoridades y la bendición del arzobispo de Valencia. yo, como se trataba de un acto relevante, las campanas de la iglesia voltear hasta que la obra estuvo totalmente terminada en uno de los mágicos y milagrosos miradores del pueblo de Banyeres de Marioal, ahora convertido , también, en un auténtico camino idílico y maravilloso.

El paso de escultura-maqueta a escultura-monumento es aprobado el mismo día de la presentación y Boix comienza inmediatamente el modelado en yeso y preparar con el arquitecto Francisco Picó Silvestre el espacio donde se ubicará, justo donde muchos años antes estuvo la ermita llamada del "conjurador", en la cima de la montaña, los pies del castillo bañerense. Los cerca de dos mil cofrades, con la guía del titular de la parroquia de Santa María, mossén Ricardo Díaz de Rabago, y del entonces Presidente de la cofradía, Jorge Juan Francés Albero, emprenden una campaña de recaudación de fondos para sufragar los costes de realización de un monumento que hará más de nueve metros de altura.

Los ciudadanos de Bañeres, pueblo de potente industria en el siglo XIX y buena parte del XX, respalda masivamente el proyecto con colaboraciones y donativos. Además, Boix hace una serie limitada de siete esculturas idénticas, numeradas y firmadas; la primera de las cuales que hace de maqueta del monumento es propiedad de la cofradía, son vendidas, cinco de ellas mecenas, particulares o empresas de la comarca, y la séptima tomadura de pelo en un sorteo realizado por recabdar fondo, habiendo sido agraciada en el sorteo la Filà de los Estudiantes, que la tienen colocada en una vitrina con luz interior, que preside la sede social de la filà.