Bañeres religioso


Anónimo

Para los buenos hijos de España, cuyas más esplendentes e inmarcesibles glorias se fundamentan y nacen de la Religión, no nos extraña, antes al contrario, nos llena de santo orgullo ver cómo nuestro amado pueblo Bañeres marcha a la vanguardia de los que se honran en llamarse y ser profundamente religiosos.
Eso salta a la vista con sólo contemplar la magnífica iglesia parroquial, se la que se desprenden dos legítimas consecuencias: la robustez de la fe, que levantó un templo tan majestuoso, y el tesón y generosidad de los antepasados, para quienes todos sus bienes materiales y sacrificios personales parecían les poco, cuando se trataba de honrar a Dios y de manifestarle cuánto le amaban.
La primera iglesia parroquial era la antiquísima ermita de Santa María Magdalena, cuyo retablo del Altar Mayor se debía al inmortal Juan de Juanes, y está catalogado entre sus mejores joyas pictóricas. La actual parroquia es de fábrica posterior, y no menos rica por el valioso retablo con la policromada talla de la Virgen de la Misericordia, de un mérito artístico extraordinario. Construyeron también nuestros antepasados la ermita, que corona el montículo del Calvario.
Los seculares cipreses, que hasta la revolución marxista hermoseaban los caminales del Vía-Crucis sacrílegamente arrancados para leña, eran otros tantos testimonios elocuentes de la religiosidad de los hijos de Bañeres.
Además, las austeras costumbres de nuestros mayores y de las cuales todavía hemos sido testigos los que contamos ya bastantes años, nos hablan de la religiosidad de nuestro pueblo, en el que nacieron y se desarrollaron lozanas, diferentes prácticas piadosas, como el rezo del Rosario, no sólo privado, sino también en los molinos de papel, antes de dar de mano a la jornada; el Vía-Crucis, o los Pasos, rezado en público y en numerosos grupos de hombres y mujeres, sobre todo los viernes y domingos de Cuaresma; y la visita domiciliaria de la Divina Pastora, cuya devoción aún se practica fervorosamente y que tanto dice en favor de Bañeres.
Prueba de indiscutible valor de la religiosidad de un pueblo, es el número crecido de Sacerdotes y Religiosos que ha dado a la Iglesia de Cristo. Bañeres tiene la gloria de haber dado vida y formado a muchos de ellos, de reconocida valía en santidad y ciencia.
Mencionemos entre ellos al P. Vicente Navarro, que, cuando la exclaustración del 35, se quedó en Bañeres santamente ocupado en el servicio de la parroquia, lo mismo que su hermano en religión, el P. Juan Sirera. A los religiosos capuchinos, Padres Francisco, Antonio, Fernando, Jerónimo, y los hermanos legos Agustín, Jorge, Andrés, Bartolomé, y el Franciscano José Albero. A los religiosos Camaldulenses, fallecido en Roma, PAG. Alfonso Sirera, antes don José. A los beneméritos señores Vicarios D. José, re. Mauricio y D. Agustín Ribera, y a los sobrinos de ellos, el capuchino P. Policarpo, re. Agustín y D. Mauricio Martínez Ribera, caídos por Dios y por la Patria estos dos últimos, y al celebérrimo P. Leonardo, santamente fallecido después de haber llenado a España con el perfume de sus virtudes. A D. Juan Ribera, re. Juan Bautista Calatayud, re. Francisco Martínez, hermano de nuestro inolvidable D. Victoriano, re. Javier Santonja, re. Tomás Ribera, re. Joaquín y D. Emilio Berenguer.
Viven todavía, y son gloria de Bañeres, re. Miguel Martínez, Vicario de Biar; re. Francisco Berenguer, Cura párroco del Real de Gandía; re. Tomás Belda, Cuidado párroco de Alfara del Patriarca, y los capuchinos P. Gonzalo Molina y P. Jesualdo, de Bañeres, actual benemérito misionero en Colombia.
Si alguien cree exageradas estas demostraciones, que se tome la molestia de venir a Bañeres y visitar la suntuosa capilla de la comunión, diariamente muy concurrida; de asistir los domingos y días festivos, a las tres misas en la parroquia, totalmente repleta de fieles, que las oyen con la mayor devoción. Sobre todo, que asista a las fiestas de San Jorge, y viendo cómo aquí se honra y festeja a su excelso Patrón, estará convencido, hasta la saciedad, de que Bañeres es, como pocos, pueblo profundamente religioso.

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