La pulsera de San Jorge


José Luis Vañó Pont

La imagen de San Jorge, que fue bendecida el 31 de agosto de 1940, la llevan en la retina todos los banyerenses y se puede afirmar que ninguno la desconoce. Pero lo que sí que ignoran una gran mayoría es que, desde hace muchos años, la citada imagen lleva en la coraza una pulsera, obsequio de una devota banyerense, que ahora, sin entrar en pequeños detalles o en cuestiones familiares que poco aportan al motivo principal, se resume a continuación la historia de la misma.

En el primer tercio del siglo XX, Banyeres era una población de unos 3.900 habitantes, casi la mitad de ahora, y la industria ya tenía su importancia en la población, la papelera, más consolidada y en plena expansión, y la textil iniciando su despegue que la convertiría, más adelante, en la principal actividad del pueblo.

Los protagonistas de esta historia son de una parte el farmacéutico, al que llamaremos José, que era natural de otra población, estaba casado y con hijos, y la hija de una de las familias más conocidas de la población, que estaba soltera, a la que llamaremos María y por otra parte, la madre de dicha señorita, a la que llamaremos Eulalia. Los nombres son ficticios.
Ambas familias residían en el carrer Nou y mantenían unas buenas relaciones vecinales.

María estaba interesada en aprender a tocar el piano, cosa un tanto difícil en Banyeres pues, en aquellos años, no abundaban las personas capacitadas para este menester.

El farmacéutico José, que sabía tocar el piano, al enterarse de las inquietudes de María, se ofreció para darle clases. El contacto diario motivó que la inicial amistad, poco a poco, se transformara en una relación más íntima.

Pasado un tiempo, un día por la mañana, apareció un coche estacionado en el Barranc Fondo, lo que causó cierta sorpresa en el vecindario pues eran pocos los vehículos que habían y circulaban por el pueblo. También fue visto por Eulalia desde la terraza de su casa, lo que le produjo preocupación.

El coche se marchó de donde se encontraba aparcado, al tiempo que conforme avanzaba el día, ambas familias, se dieron cuenta de la desaparición de José y María, causándoles una gran consternación.

Pronto corrió la noticia de que ambos se habían ido juntos de Banyeres, en el citado vehículo, abandonando a sus respectivas familias.

Entonces no existía el divorcio, ni eran frecuentes las separaciones y menos aún en las poblaciones pequeñas.

El tiempo fue transcurriendo sin que se tuvieran noticias de ellos. La familia del farmacéutico se fue a vivir fuera de Banyeres.

Eulalia, muy dolorida por estos acontecimientos, decía que estaba mal lo que había hecho su hija, pero como madre le pedía continuamente al patrón San Jorge, de la que era muy devota, el tener noticias y saber en qué lugar se encontraba y cuál era el estado de salud de la misma.

Estalló la Guerra Civil (1936-39) y el templo parroquial fue convertido en mercado y las imágenes quemadas. Una de las primeras en reponerse, terminada la contienda, fue la de San Jorge, depositándola encima de una mesa, pues carecía aún del retablo, en la capilla lateral donde siempre había estado su altar.

Al mismo tiempo, en los años cuarenta del siglo XX, la industria papelera local conoció un auge en las exportaciones de sus productos a Hispanoamérica, debido, en parte, al estallido de la Segunda Guerra Mundial, provocando, entre otros desastres, la carencia de materias y de competencia.

Por este motivo un fabricante de papel banyerense se vio en la necesidad de viajar a Argentina para la promoción y venta de sus productos.

Al llegar a la dirección indicada por el cliente que iba a visitar, se encuentra con distintas puertas en el rellano por lo que tiene dudas de a cuál llamar, decidiéndose por una, confiando que sería la correcta, pero al abrirse la misma se llevó una gran sorpresa al ver aparecer a José y María que no esperaban su visita.

A su regreso a Banyeres le faltó tiempo para acudir al domicilio de Eulalia, que estaba cerrado, indicándole los vecinos que se encontraba en la iglesia hacia donde encaminó sus pasos. Al entrar en la misma la vio rezando delante de la imagen de San Jorge y una vez situado a su lado le dijo: “he vist a la teua filla”.

Eulalia, que estaba orando con los brazos cruzados, se tocó con la mano la pulsera que llevaba y agradecida exclamó: “la pulsera per a Sant Jordi”.

Al poco tiempo fue engarzada debajo de la cruz que lleva en la coraza, continuando hoy en día allí.

Años más tarde regresarían a España los protagonistas de esta historia, instalándose en Alicante.

Este es el motivo de que la imagen de San Jorge lleve una pulsera.

En las fiestas del II Centenario de la llegada de la Reliquia de San Jorge a Banyeres de Mariola, le fue impuesta al relicario la medalla de plata de la población.

En algunas poblaciones las imágenes de los patronos lucen distintas joyas que han sido donadas a los mismos por sus devotos. Desde el Concilio Vaticano II, se ha intentado el frenar esta costumbre por lo que hoy en día, la mayoría de ellas, han sido depositadas en los museos parroquiales o diocesanos.

Por todo ello la junta de la Cofradía de San Jorge, tiene establecido desde hace ya unos años, el no aceptar las intenciones de algunos vecinos de la población en tal sentido y sí mantener la citada pulsera por su carácter excepcional recomendándoles a los devotos que tengan a bien obsequiar a nuestro patrón con objetos de diferente naturaleza que pueden hacerlo, pero que éstos quedarán expuestos en la Sede de la Cofradía.

Fuentes
Testimonio oral de distintas personas de nuestra población, algunas ya fallecidas.

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