Aleluya, Hoja parroquial nº 2101
¡ALELUYA! Es la explosión de alegría del creyente ante la realidad de Jesús resucitado.
El mal puede ser vencido. Cristo ha vencido a la muerte: Y nos abre las puertas de la gloria. La alegría eterna.
Nuestro gozo es desbordante. Somos cristianos en fiesta. Aunque, a veces, esta realidad había quedado obnubilada, durante siglos, por corrientes rigoristas religiosas.
Cristo no se quedó en la cruz. El mismo Viernes Santo es bajado de la cruz. La nueva era comienza plenamente con Cristo resucitado. Ese es el gran anunció: ¡El Señor ha resucitado! Repetimos: Cristo ha vencido al pecado y a la muerte.
Con la Pascua comienza plenamente todo lo anunciado por Jesús en el evangelio, «la buena nueva». Buena nueva para el hombre. Buena nueva para el hombre de nuestro tiempo. ¡Aleluya!
Esta realidad, con una verdadera sabiduría, que solo conocen los sencillos, fue integrada en la vida de nuestro pueblo y la vive en plenitud: Nuestra fiesta, nuestras fiestas, comienzan el día de Pascua, la mañana de pascua, con algo tan emblemático como es la “Plantá de la bandera”. Signo siempre de victoria. Y como es tradicional a lo largo de la historia: En lo alto del castillo, de la torre, de la fortaleza; y en lo alto de la colina o del monte (esto. Cristo).
Y a partir de ahí las fiestas del pueblo, de la comunidad. En nuestro caso fiesta, humana y cristiana. Fiestas de triunfo, de libertad.
Una vez más queremos hacer presente que la fiesta cristiana tiene su origen en la Pascua, en la resurrección. Realidad que irá cristalizando en otras vivencias de santos, mártires, Cristo, María…, en pueblos y lugares. Pero todo tiene su origen y su causa en la resurrección sin la resurrección todo sería en vano.
Alegrémonos de ser uno de los pueblos que tiene sus fiestas en el marco idóneo y genuino de la fiesta cristiana: La Pascua.