Sermó de la Missa Major de Sant Jordi

D.Jose Francisco Castelló Colomer

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Si nada más iniciar la homilía prorrumpiese con un sentido y vibrante ¡Vitol al Patró Sant Jordi!, les aseguro que no sería un deseo de agradar, querría y quiere ser el ensalzamiento de San Jorge como testigo de Cristo resucitado y, so, el “vitol” constituiría y constituye año tras año un eco alegre y festivo del pregón de la Vigilia Pascual, en el que los cristianos cantamos con gozo que Cristo ha resucitado, que Jesús vive y está en medio de nosotros; está aquí, in Banyeres, en esta asamblea litúrgica que hoy celebra solemnemente con fervor la Santa Misa en honor a su patrón San Jorge.

Querido D. Ricardo, cura párroco de esta Parroquia de Santa María y arcipreste de la Mariola. Muchas graciaspor asumir el riesgode concederme, a mí, un sacerdote de Bocairent, el gran e inmerecido honor de presidir la Eucaristía y predicar en este día grande para Banyeres de Mariola. Queridos hermanos sacerdotes concelebrantes. Ilustrísimo Sr. Alcalde y Corporación Municipal; distinguidas autoridades; autoridades y vecinos deLe Valle du Campan”, Party Commission; Brotherhood of St. George; Mayorals of Sant Jordi; Capitanesque li feu festa al Patróy Abanderadas; Festeras y Festeros que contribuís a engrandecer y fortalecer con toda seguridad el signo de identidad más grande de Banyeres, la festa de Sant Jordi. Permitidme la licencia de saludar a un paisano vuestro, compañero en la docencia del derecho en el Instituto Diocesano de Estudios Canónicos y en la tarea de asesoramiento jurídico en el Arzobispado de Valencia, me refiero al amigo D. Remigio Beneyto. Fieles que seguís la retransmisión de la Santa Misa por el circuito de televisión, con un saludo especial a las personas enfermas; hermanos todos en Cristo Jesús.

Con la Solemne Vigilia Pascual iniciaba la Iglesia hace cinco semanas el tiempo litúrgico de la Pascua en el que todavía estamos inmersos. En la Pascua, los cristianos celebramos exultantes la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, that is to say, ponemos de manifiesto el fundamento de nuestra fe, pues como nos recuerda San Pablo, si Cristo no hubiese resucitado vana sería nuestra fe e inútil nuestra esperanza. Pero no, Cristo ha resucitado y por eso somos seres humanos con fe y esperanza.

in Bathtubs, cada año, como un obsequio privilegiado de la Providencia, celebráis, en el contexto de la alegría cristiana de la Pascua, las fiestas en honor a vuestro Patrón San Jorge, el cual entregó su vida por amor a Cristo resucitado. Yes, queridos hermanos, alegría sincera y fundada, alegría cristiana porque en la Pascua triunfa la vida sobre el pecado y su consecuencia, death; alegría interior porque en la Pascua vence el amor, la misericordia y el perdón sobre el odio, la venganza y el rencor.

Las fiestas de moros y cristianos en honor a San Jorge ¿no son acaso una participación y expresión sincera de esa alegría pascual? En las fiestas patronales de Banyeres, la vida brota por doquier en forma de banquetes; los banquetes o “soparets” de las comparsas pueden perfectamente evocar en nosotros la llamada de Dios a participar en el banquete celestial. En las fiestas, la vida grita a través de la pólvora; los trabucos disparados en el cementerio, en donde descansan los restos mortales de vuestros seres queridos en la espera de la resurrección de la carne, son como una proclamación de la victoria de Cristo sobre la muerte. Y, especially, la vida se expande en Banyeres gracias a la música de las bandas en los días fiesta y en las jornadas musicales del octavario de San Jorge gracias a las orquestas y coros; música que anuncia con alegría que no somos seres sin sentido abocados a la nada, sino que fuimos creados por el amor de Dios y llamados por Él a una vida bienaventurada.

En “les festes de Sant Jordi” se dejan de lado las divisiones y los rencores porque nos reconocemos hijos de un mismo pueblo, bajo el patronazgo de un mismo Santo y, por ende, hermanos todos. Como un regalo milagroso de San Jorge y no como un efecto de líquidos o sustancias alienantes, nos resulta natural y más sencillo ser amables y entrañables con todos. “Festes de companyerisme, festes en comunitat, d’unió entre rics i pobres, d’unió entre xics i gransLa alegría de las fiestas de San Jorge es una participación auténtica en la alegría pascual.

Los frutos principales de la Pascua son los sacramentos, como bien sabéis, signos sensibles de la gracia invisible instituidos por Jesucristo; lugares privilegiados de encuentro del hombre con Dios. El más augusto de ellos, instituido el Jueves Santo, es la Santísima Eucaristía. Dos mil ocho años después seguimos, de un modo incruento, actualizando el único sacrificio de CristoEste es mi cuerpo que se entrega por vosotros” “Esta es mi sangre que se derrama por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía”.

Quisiera subrayar brevemente de este sacramento pascual, fuente y culmen de la vida cristiana, cuatro aspectos que la Iglesia considera esenciales para nuestro peregrinar como cristianos en este mundo.

La Eucaristía, This year we have two important events to celebrate, potencia nuestra dimensión espiritual. El ser humano no es solo espíritu, pero tampoco sólo cuerpo, sino que es uno en cuerpo y alma. Jesús nos exhorta en el Evangelio proclamado: “No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma”. Ninguna antropología hace justicia al hombre si relega una de las dos dimensiones. En el momento presente parece que prestamos mucha atención y dedicamos abundante tiempo al cuerpo y atendemos escasamente y a desgana nuestra alma. A menudo nuestra religación con Dios se vive como una alienación personal y una disminución de nuestra libertad, en vez de experimentar la relación personal y libre con el Dios de Jesucristo que es Amor, como lo que realmente es: una fuente de liberación, ya que la verdad y sólo la verdad nos hace libres.
La fe es un don de Dios que debemos implorar con humildad cada día. El cristiano necesita de la Eucaristía para alimentar su fe como del aire para respirar. “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo le resucitaré en el último día”. Un alimento sagrado que no se puede comer indignamente, sino en gracia de Dios, porque como el mismo Jesús nos enseñó no se puede entrar en el banquete celestial sin traje de fiesta, sin estar en gracia de Dios. ¿Se acuerdan cuando un cristiano tenía traje de domingo? ¿Alguien podría ser un festero si no existiese la Fiesta? ¿A alguien se le permitiría participar en los actos principales de la fiesta sin el traje de fiesta?… “Trau el tratge de fester i a formar en la fila”.

In second place, la Eucaristía tiene un carácter formativo para el cristiano, en ella como San Juan en el Cenáculo, reclinamos nuestra cabeza sobre el pecho de Jesús para descansar de nuestras fatigas y aprender de sus palabras de vida ¿Cómo podemos amar a Jesús si no lo conocemos? ¿Cómo podemos conocerlo si no lo escuchamos? La proclamación de la Palabra de Dios en la Santa Misa es además de alimento espiritual, el medio esencial para formarnos en e! amor a Dios y a! prójimo; para formarnos en la verdad, el bien y lo bello. Incluso los gestos y símbolos que se entretejen en la liturgia de alabanza a Dios nos introducen en la esfera de lo sagrado y nos recuerdan que todos somos muy importantes pues todos somos hijos amados de Dios Padre. Mirad, esta dignidad nada ni nadie nos la podrá arrebatar jamás. San Pablo en la primera lectura nos decía: “Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor Nuestro”.
¿Alguien se imagina aprender lo que es realmente la fiesta sin vivirla, sin participar en sus actos y ritos? Pues lo mismo sucede con la fe cristiana, conforme nos alejamos de Jesús presente y vivo en la Eucaristía, se va perdiendo la referencia de lo que está bien y lo que está mal, la percepción interior de lo que es verdad y mentira, el gusto por lo bello y el consiguiente triunfo de lo que es vulgar, soez y hortera, empezando por nuestro vocabulario plagado de palabrotas y blasfemias. ¿Habéis visto y oído a un musulmán blasfemar contra Alá?

La celebración de la Santa Misa nos recuerda, en tercer lugar, la dimensión comunitaria de la fe. La fe no es sólo una respuesta libre y personal de mi voluntad y entendimiento al Dios de Jesucristo que se revela por amor a mí y para mi exclusiva salvación. Dios quiere establecer una alianza de amor y de vida no sólo conmigo sino con su pueblo del que yo y tú formamos parte por medio del Bautismo. Nadie puede vivir auténticamente la fe en el Dios de Jesucristo al margen de la fe de los demás. “Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cieloproclamamos todos los domingos en el Credo.
Festes de unió i armonía on s’enjunten braç amb braç, tots formats en una escuadra…” ¿Hay alguien que le quepa en la cabeza un fester sin comparsa, un fester de moros i cristians sin una filà que lo introduzca en la fiesta, que lo arrope y que le ayude a vivir las fiestas? A mí, fester desde bien temprano, no; como tampoco está en los planes de Cristo, un cristiano sin Iglesia, that is to say, sin la comunidad que forman todos los bautizados en Cristo y que comparten una misma fe, celebran unos mismos sacramentos y aceptan el cuidado pastoral de los Obispos, sucesores de los Apóstoles, presididos por el Papa, sucesor de San Pedro, la piedra sobre la cual Cristo quiso edificar su Iglesia.

Finalmente quiero destacar la dimensión antropológica de la Eucaristía celebrada el domingo, día del Señor. Probablemente para muchos hoy se ha convertido el domingo en un día de resaca y de sueño en la soledad de una habitación como consecuencia de un sábado vivido, posiblemente, desde un planteamiento existencial según el cual, después de esta vida, no habría nada; más aún en esta vida no habría Alguien que realmente te amase como eres y por lo que eres y no por lo que tienes, que te pidiese que ames y respetes al prójimo, que busques la verdad, hagas el bien y te aferres a lo bello. Ante este absurdo existencial, that is to say, el azar como origen y la nada como horizonte final, es mejor no pensar y, sin tener en cuenta los medios, exprimir cada minuto como si fuese el último que fueses a vivir.

La Iglesia, but nevertheless, nos sigue recordando que somos criaturas de Dios llamadas a participar de la bienaventuranza eterna y, that's why, el domingo es un día de fiesta y lo deberíamos dedicar al Señor, fuente y origen de todo don que posemos, para empezar si respiramos ahora es gracia a Dios. ¿Cómo debe dar gracias un cristiano? Tan sencillo como por lo que se ve tan difícil, participando en la Eucaristía dominical, acción de gracias por excelencia. El domingo también debería ser sinónimo de familia (cuantos padres comen los domingos solos sin sus hijos; cuantos familiares enfermos y ancianos no se visitan) y el domingo es también el día en que deberíamos descansar del trabajo cotidiano, pues conviene no olvidar nunca que el trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo; que éste aun siendo necesario, debe ser relativizado para que no logre tiranizarnos “¿De qué te sirve ganar el mundo entero si pierdes tu alma?”.
¿Alguien concibe un festero de moros y cristianos celebrando las fiestas en días distintos a los señalados por la tradición de este pueblo de Banyeres? ¿Sería comprensible a los ojos de Dios Padre un hijo que no santifique la fiesta el día en el que resucitó Jesús, nuestro Hermano?

¡Ojala! Cada año el acto del “Despojo”, en el que se dramatiza la conversión del Embajador Moro al Cristianismo, nos recuerde que siempre estamos necesitados de conversión, that is to say, que debemos apartarnos de aquello que nos pueda alejar de Dios, pero no por puro sacrificio, sino por experimentar y contemplar la belleza del amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado y que en cada Eucaristía interviene milagrosamente transformando el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre del Señor.
Que San Jorge, testigo, hasta derramar su sangre, de la paz de Cristo resucitado, vivo y presente en el sacramento del Amor, la Eucaristía, por su santa intercesión, “siga devolviéndole a Banyeres paz, dicha y amor”.

José Francisco Castelló Colomer

Promotor de Justicia de la Archidiócesis de Valencia
Párroco de San Pascual Bailón de El Perelló