Las fiestas “del Carrer la Creu” i el guión de San Jorge


José Luis Vañó Pont

Hay acontecimientos de nuestro pueblo, relativamente recientes, que en su momento no se les dio importancia y hoy en día resultan un tanto difíciles de datar y precisar. Uno de ellos es la fecha de bendición del actual guión de San Jorge.

Del anterior sólo nos ha llegado la descripción que del mismo se hace en el inventario parroquial de 1925: “Un guión de San Jorge de lama de oro bordado en plata”, fue quemado en 1936, salvándose solamente una borla.

Sobre el actual apareció un artículo en la revista programa de fiestas de 2000, ‘El guión de San Jorge’ de J.A.C. y M.S.M., en homenaje al portador del mismo y otro en el año 1992, ’50 años de un guión’ en el que su autora, Carmen Guerra, de una forma amena, nos relata la génesis del mismo.

En este último artículo ya se hace constar que no fue posible que estuviera terminado en la fecha deseada, para las fiestas de abril, dando como buena la festividad de la Reliquia de 1942 para su bendición. Hoy con el hallazgo del programa de ‘La calle de la Cruz en fiestas’, que se reproduce en este artículo, queda demostrado que ocurrió años más tarde, en 1945, y que por lo tanto resulta difícil que lo bendijera el vicario encargado de la parroquia don Miguel Calatayud, ya que fue destinado a otra parroquia a finales de 1942, llegando ese mismo año como párroco de Banyeres don Lucas Tomás Gilabert, quién posiblemente lo bendijera.
En el programa de las fiestas de la calle de la Cruz, se deja constancia del donante, de la fecha y el lugar en que tuvo lugar la bendición del guión de San Jorge, fue el día 27 de mayo de 1945: “A continuación todo el pueblo se encaminará a la calle de la Cruz donde tendrá lugar la bendición del hermosísimo guión de San Jorge que nuestro admirable y generoso paisano Don Gregorio Molina regala a Banyeres. Después de esta ceremonia, al llegar el guión a la Iglesia, el coro que dirige D. Godofredo Garríguez entonará e himno del Santo y Mártir Patrón”.
Está claro que la confección del guión se retrasó mucho, ni siquiera llegó para las fiestas abrileñas de ese año que hubiera sido, sin duda, lo preferible para todos y aprovecharon unas fiestas de calle que tenían lugar un mes después.

Serían dos las razones que inclinarían a nuestros antepasados a ello. En primer lugar las enormes ganas que tendrían de ver culminado un proyecto que ya se estaba haciendo demasiado largo, y principalmente porque la familia del donante, Gregorio Molina Ribera, aunque ya tenía su residencia en Xàtiva, había sido vecino de la calle La Creu, donde continuaba teniendo su domicilio familiar. Y así fue como el guión salió para su bendición y traslado a la parroquia de su casa del “carrer la Creu”; actualmente el número 50, la cual continúa siendo propiedad de familiares de Gregorio Molina.

En las actas de nuestro Ayuntamiento no queda reflejada la bendición del guión, pero si las fiestas de la calle. En la correspondiente al día 21 de mayo de 1945 aparece: “Finalmente el Sr. Alcalde Presidente da cuenta de la autorización que había concedido a los vecinos de la calle la Cruz para celebrar algunos festejos, el domingo día 27 del corriente, invitando asimismo a los señores Gestores para asistir a alguno de los indicados actos”.

El alcalde de entonces era don Francisco Vaño Doménech, vecino de la misma calle y sin duda uno de los promotores y organizadores de los festejos.

Los actos programados por la calle, como se pueden ver en el programa reproducido, eran los típicos de aquellas fechas, llamando la atención los premios del sorteo organizado para cubrir los gastos: 5, 3 y 2 kilos de bistec, que nos dicen claramente cuáles eran las perentorias necesidades de aquellos años. Los festejos duraron pocos años.
Esta calle antiguamente se llamaba de Valencia, sin duda por ser la salida del pueblo hacia la capital, a principios del siglo XX pasó a denominarse de Canalejas, en honor del presidente del Gobierno, que fue varias veces diputado por el distrito de Alcoy al que pertenecía Banyeres, quién nos había visitado en diversas ocasiones, regalando a la parroquia en 1910 el terno de la fiesta de San Jorge, pasando finalmente a denominarse de la Creu, que es como popularmente siempre se la ha llamado, prueba de ello es que en 1945, tanto en el acta municipal como en el folleto de las fiestas, queda así reflejado.

Además del guión de San Jorge, arquetas portadas por autoridades 1945 fue testigo de la generosidad de nuestro paisano don Gregorio Molina Ribera con las fiestas, sus convecinos y su parroquia. Así lo podemos ver en las actas de los plenos de nuestro Ayuntamiento, que se reseñan a continuación.
En la del 5 de febrero: “leyéndose una carta de D. Gregorio Molina ofreciendo sufragar de su peculio particular el importe de los programas de fiestas, agradeciéndoles su rasgo”. El programa de 1945 es el primero que adopta el formato que podríamos llamar actual, con artículos de opinión, fotografías, etc..
En la correspondiente al día 5 de marzo: “se da lectura de una carta recibida de D. Gregorio Molina Ribera, en la que expone entre otros, su propósito de ofrecer una comida a todos los pobres de solemnidad de esta villa el próximo día de San Jorge, solicitando además que por parte de esta Gestora se le ayude para la debida organización de dicho acto. Tanto la Alcaldía Presidencia como los señores gestores expresan su satisfacción por la humanitaria iniciativa de este señor, pero creen que dado el carácter de este vecindario y la circunstancia de que la inmensa mayoría de los que podían asistir a este benéfico acto viven con sus familiares más o menos allegados, sería más acertado organizar un reparto personal a dichos pobres, al que podría darse la máxima solemnidad, acordándose por unanimidad contestar a dicho Sr. Molina Ribera, en este sentido”. Entonces era costumbre que tanto por las fiestas de San Jorge, como por Navidad, el Ayuntamiento ofreciera una comida a los más necesitados de la población.
Y finalmente en la del 26 de noviembre: “El Sr. Alcalde manifiesta que D. Gregorio Molina Ribera había tenido el rasgo de ofrecer el dorar por su cuenta exclusiva el retablo que ha de construirse para el Altar Mayor de esta Iglesia Parroquial, proponiendo conste en acta el agradecimiento de esta Corporación. Los señores presentes acuerdan aprobar la proposición”. Hace pocos años, en una entrevista a los profesionales que lo doraron, aún se acordaban de la buena calidad del pan de oro empleado. Es una joya que tenemos que conservar.

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