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Ricardo Diaz de Rabago Verdeguer

Varios son los temas o cuestiones que requieren un artículo este año en nuestro programa de fiestas, testimonio escrito de la misma, teniendo que optar, em concreto, por uno de ellos, por su significación.
Una de las vertientes de la fiesta es su apertura y hermanamiento. Són festes de germanor, decimos: festes d’unió i harmonia on s’ajunten braç en braç, cantamos; festes de moros i cristians, anunciamos y proclamamos. Nuestra fiesta es abierta, acogedora.
En reiteradas ocasiones, en público y en privado, por escrito y de viva voz hemos proclamado que la fiesta es la celebración y canto de un pasado histórico constituyente, desde un presente en el que vivimos, y abiertos a un futuro que esperamos y anhelamos. Y el año pasado tuvieron un marco singular, las primeras de un siglo y de un milenio, realidad y vivencia en la que todo el mundo dirigió los ojos hacia el futuro.
Precisamente en este encuadre de inicio y futuro vivimos un acontecimiento que no debe quedar en lo puramente anecdótico, el que precisamente en el año 2001 presidiera nuestros actos religiosos, el día del patrón san Jorge, el obispo de Tarbes-Lourdes. Fue un hecho histórico y, de cara al futuro, profundamente significativo.
Cuando los pueblos y naciones de este continente estamos caminando hacia la unión de la vieja Europa, y se nos recuerda que hay que tender puentes, abrir puertas y ventanas, nuestra fiesta religiosa el “pastor” del pueblo hermanado con Banyeres, Campan. Si antes razones históricas, políticas, social, y hasta los mismo elementos naturales, las montañas, nos separaban, hoy superando todas las barreras no sólo estamos unidos sino mucho más, ¡hermanados!
Una misma cultura occidental, un mismo camino, una misma fe heredada, transmitida y por muchos compartida… El que Monseñor Jaques Perrier presidiera la misa solemne y la procesión (la primera vez, en la historia que preside la procesión un obispo), no fue sólo un gesto de cortesía ente dos pueblos hermanados, entre dos comunidades cristianas, ni tampoco una invitación por parte de la Cofradía de San Jorge, y aceptada por el señor obispo. Fue mucho más. Fue un acto que brotaba de lo más genuino profundo de nuestra fiesta, su apertura acogida hermanamiento. e, também, con paso firme y esperanzado hacia el futuro. Hermanados también por la fe, de ahí la presencia del pastor de aquel pueblo, su obispo, y no sólo la presencia sino la presidencia en los actos religiosos centrales de nuestra fiesta, el día del patrón san Jorge.
Porque es san Jorge quien nos une y hermana: lo cantamos así en el Himne a la Festa:
Vitol al patró sant Jordi, diuen musics i paisans; vitol al patró sant Jordi, diuen moros i cristians.
Que nuestra fiesta es integradora lo fuimos constatando, mais uma vez, en nuestro ilustre invitado. A Monseñor Jaques Perrier, de otras latitudes, parisino, nuestra fiesta al principio le sorprendió, poco a poco le fue cautivando, integrándolo en la misma. Pero el proceso fue más lejos: A un hombre acostumbrado a ver multitudes en procesión y cantando en Lourdes, le admiró ver y oír a todo un pueblo cantando a su patrón el himno (así lo expresó al terminar el acto, en su despedida al partir de Banyeres, y repitió en Lourdes y se lo oímos relatar a los suyos). Porque es verdad que:
Con ferviente entusiasmo te aclaman en Banyeres por Padre y Patrón
También lo es cuando cantamos:
Vitol al patró sant Jordi repetirem tots el anys units en un mateix crit, units perque som germans.
Este fue y es el testimonio fehaciente, ese mismo momento de aclamación, con ferviente entusiasmo, fue el punto clave del hermanamiento institucional.
Lo que cantamos y proclamamos se hizo realidad una vez y en este caso de una forma emblemática y significativa, abierta al futuro.

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