el dragón


Ricardo Díaz de Rábago y Verdeguer

Cuando lo propuse, hace tres años, escribir en nuestro programa de fiestas sobre la figura de nuestro Patrón san Jorge, la intención no era otra que dejar constancia escrita, en una publicación tan querida y apreciada, guardada como un patrimonio en muchos hogares bañerinos. Era bueno destacar aspectos importantes, más allá de nuestro pueblo, de lo que es y ha sido S. Jordi a reo del mundo.

El primer año consideré que lo primero era aclarar y fundamentar su historicidad.

El año pasado dejó constancia escrita de su universalidad. ¡Impresionante!
A día de hoy tengo que manifestar que yo mismo he quedado gratamente sorprendido y desbordado al estudiar, leer, y comprobar a lo largo de la historia, la grandeza de la figura de S. Jordi.

Por todo esto, si el Señor hemos da tiempo, salud, y capacidad, me gustaría ir componiendo todo un retablo, rico y variado sobre S. Jordi. No sé si el tiempo, el esfuerzo y el trabajo dará como fruto un retablo digno del cariño y devoción que todos tenemos por nuestro Patrón.

Pienso que no podemos siguiendo hablando y escribiendo sobre S. Jordi dejando de lado un elemento muy importante en su iconografía como es el dragón, elemento identificativo y diferencial respecto a otros santos mártires – soldados: Y, EL DRAGÓN.

En una sociedad moderna, científico, tecnológica, hablar de dragones mueve la sonrisa irónica. Para los más comprensivos y benevolentes, a un recuerdo de tiempo y etapas históricas pasadas, hoy superadas.

A nivel religioso, parece que rompe toda la fuerza del testimonio martirial del santo, y pasamos de puntillas sobre este elemento iconográfico, como si el dragón no estuviera, aunque es muy grande.

La verdad es que hoy no se considera serio hablar del dragón, además es peligroso, se puede perder todo el prestigio.

No! No es éste el camino.

El camino es volver a la historia, hagiografía, arqueología, mitología, culturas y sabiduría de la antigüedad, adentrarse en ellas buscando el “qué”, "por qué" y "para qué". Tarea nada fácil. Tradiciones, escrituras, lenguas, formas de expresión hoy desconocidas, concepciones del mundo y de la vida distintas a las de hoy…Todo pide un trabajo serio de estudio, de investigación.

La misma realidad la encontramos, a nivel religioso en los escritos y estudios bíblicos. Las cosas y hechos fueron así, en otros tiempos, y no de otra forma. Era la sabiduría y la vida de otros tiempos, interpretada con parámetros distintos a los de hoy.

Todo esto nos pide un esfuerzo para encontrar lo que ellos vivían y nos han querido transmitir. Los hombres de hoy estamos fuertemente marcados por un espíritu científico, crítico, por lo que es difícil de entender. Y notamos que la dificultad es tanto para el incrédulo, como para el creyente.

Pasamos, pues, a hablar del dragón, adentrémonos en este mundo, esta realidad que se hace presente en otros momentos de la historia.

Lo primero que nos llega de S. Jordi es su martirio y su gran repercusión, la gran popularidad. Al inicio no aparece por ningún sitio ni el dragón, ni ninguna doncella, ni leyenda.
Es mucho más tarde cuando se asocia la figura de S. Jordi en el mundo de los dragones. El momento culminante es el año 1265-66, cuando aparece la narración en la leyenda de oro de Iacopo da Varazze, jacobus voragina, dominico, prior de la Lombardía y obispo de Génova, donde incluye en su obra “Leyenda Aurea”, escrita en latín, una colección de vidas de santos. Allí habla de la vida de San Jorge. Explica, en primer lugar, la narración de la ciudad sitiada, la princesa y el dragón. El estilo, coloreado y la sencillez del relato le convirtió en uno de los “bests-sellers” de la Edad Media.

Ciertamente, la lírica narración del combate contra el monstruo para libertar a la princesa, repite, no figura en los primeros “actos” de su martirio. Pero también es verdad que antes aparece S. Jordi unido al dragón. Manuscritos rusos de los siglos XI lo relatan. Y en el siglo XII se empieza a difundir en Occidente. “Los estudiosos concluyen que a lo sumo en el siglo X se identificó a san Jorge con la escena del dragón”.

“Una atribución tan significativa presupone la existencia de una base previa. Debía haber precedentes. Están en Oriente.”

“La iconografía nos ofrece unas pruebas sorprendentes que dan la vuelta a la visión habitual de los orígenes de la bella historia del caballero que salva a la princesa de las garras del dragón y la entroncan directamente en un pasado mítico”.

“Generalmente, se considera que las primeras representaciones plásticas de la típica escena de san Jorge son del fin del primer milenio”. “Se mencionan como más antiguas las pinturas de la capilla de Santa Bárbara de Solganit en Capadocia, fechada entre el 1006 y el 1021, contemporáneas de las primeras versiones rusas de la leyenda del combate contra el dragón”.

Algunos comentaristas opinan que las imágenes del emperador Constantino lanzando a la serpiente al abismo tienen que ver con el dragón y St.. Jordi.

“Pero la atribución del combate contra el dragón al mártir san Jorge es mucho más antigua. Las pruebas tangibles nos vienen de Egipto. Allí se han encontrado representaciones que demuestran que la visión de san Jorge matando al dragón estaba viva más de seiscientos años antes de las cruzadas. Y que los guerreros de Occidente encontraron una tradición que ya estaba sólidamente implantada en el culto popular aunque las actas no dijeran nada”
Llegado este punto es el momento de adentrarnos en el mundo de la leyenda, mitos y los dragones”.

Recordemos, una vez más que leyenda no es sinónimo, sin más, de “fábula”, "ficción", "fantasía".. . En el mundo de la antigua sabiduría "leyenda" es el equivalente a "cosas que deben leerse"; es decir, cada elemento, cada cosa tiene su significación. Es el lenguaje de los símbolos, el lenguaje mítico, hoy ya en desuso.

Al pronto llama poderosamente la atención que el mundo de los dragones no se queda en grupos tribales, religiones primitivas, sino más bien está fuertemente arraigada en los pueblos más cultos, a las grandes civilizaciones, en las grandes culturas milenarias (India, China, Japón, Egipto) llegando a nuestros pueblos y culturas.

Sólo enumerar dos puntos referenciales imprescindibles en Antiguo Oriente: El poema de Gilgamesh, mosaico de leyendas entre 2.500 y 650 una C. que tuvo enorme difusión ya en el III milenio, antes de nuestra era. Asiris, babilónicos, cananeos y fenicios le hicieron suyo; soy egipcio, el diez Osiris, con la lucha contra el dragón. Su hijo Horus es el emblema de la hazaña. La escena con que Horus golpeó más profundamente el alma egipcia es su lucha contra el serpiente Set.

“Todos los estudiosos están de acuerdo en que el poema de Gilgames, fue conocido en la época micénica a través de los contactos comerciales”. “Su reflejo es evidente en Homero y Hesiodo y en la formación de la mitología griega. Los griegos reviven y amplían los mitos sumerios”.

“Con Horus a Egipto, Apolo, al empezar su carrera combate contra la serpiente Pitón, mata a la serpiente con sus flechas y ofrece la piel del reptil a la sacerdotisa. Desde ese momento se llaman pitonisas”.

La enumeración de dioses y personajes que luchan con dragones es larga y numerosa en nuestra cultura. Roma integra las distintas tradiciones orientales del combate con el dragón.
Los celtas y los pueblos nórdico-germánicos de raíz indoeuropea como los bálticos, finlandeses y húngaros de procedencia siberiana, a pesar de su origen diferente, conservan y transmiten narraciones milenarias emparentadas. En toda Europa septentrional, el combate del dragón es referencia obligada.

No hablamos de Orient. Allí el dragón es omnipresente, si bien la valoración es diversa: en China y Japón el dragón tiene un carácter beneficio y no sinónimo del mal.

Llegados a este punto podemos hacer una gran afirmación: todas las tradiciones están de acuerdo con algo: bueno o malo, el hombre debe dominar el dragón para dominar su meta.
Pero también puede brotar esta expresión: “claro, estamos hablando de otras creencias y religiones. No es así en la nuestra”. Nos equivocaríamos de lleno. Nuestra religión, la tradición judía-cristiana, está plenamente inmersa en esta simbología.

El antiguo Testamento, la síntesis más original de las tradiciones semíticas nos habla con un lenguaje mítico. El Libro del Génesis nos habla de la Serpiente (el más astuto de todos los animales del campo que Yahve Elohim había hecho) y que el mal del hombre nos llegó a través de ella. Y nos habla de una promesa de salvación y victoria (“Él le atacará en la cabeza”). Hoy todos los estudios bíblicos interpretan a la perfección este texto, esta historia mítica.

Pero no sólo está presente en los "origenes", sino también a lo largo de los diferentes libros que componen la biblia, está presente “el combate” , la presencia del dragón. Recordamos las serpientes del desierto, en el Éxodo, la serpiente de bronce. Releemos el libro de Job, cuando el creador retoma la insolencia de Job recordándole la dificultad de domar al dragón. Hay que leer el libro de Daniel, en el exilio de Babilonia. Y qué decir del Libro de Jonás y la ballena. ‘Es nuestra religión. Tiempos pasados, payasadas.

Pero también tiempos más actuales, después de Jesús, y escritos por S. Juan "el Águila del Apocalipsis", lo más profundo de los evangelistas. Es el Apocalipsis el último escrito de palabra revelada, todo él con un lenguaje simbólico, mítico, descriptivo, il•lustratiu. Impresiona cómo describe el dragón con todo tipo de detalles , lo que significa…cómo quiere sacudirse al niño que iba a nacer…su poder en el mundo… cómo es vencido…(Requeriría todo un artículo). Todo él escrito con un lenguaje simbólico que no sólo nos recuerda un pasado lejano, sino que sobre todo nos abra al futuro.

Una realidad mucho más cercana: Hoy cuando entramos en nuestras iglesias y miramos la imagen de la Purísima todos vemos cómo su pie está bajo la cabeza de la serpiente (la del paraíso): ha sido vencida.

Después de todo lo que hemos dicho, en lo que cada punto o afirmación pide todo un capítulo más estructurado y cada realidad un estudio, podemos sintetizar con unas precisiones:

– Que a lo largo de la historia existe una identificación
del mal con el dragón.
– Que existe un terreno y dominio del dragón.
– Que el dragón es muy poderoso.
– Que el dragón puede ser vencido.
– Que esto implica una lucha, un combate.
– Que existe una victoria del bien.
– Que esto nos libera.
– Que nos da la inmortalidad.

Todo esto y más lo que se puede leer de la "leyenda" y del dragón.
– Además, hay una sangre, con nuestro caso no sólo
del dragón, sino de Jesucristo y de S. Jordi
– Una cruz, estandarte glorioso, victorioso, liberador.
Cruz con sangre.

Este paso de las tradiciones más antiguas en nuestro mundo concreto se dio ya hace muchos siglos. Una muestra plástica se encuentra en el Museo de Louvre. Es un relieve de los siglos IV-V), Horus matando al cocodrilo (el dragón de Egipto). Horus, con la cabeza de halcón, pero la lanza termina con la cruz. No es fortuito. Horus lleva ya la cruz de Cristo, ya es nuestro S. Jordi.

Otro testimonio de este enlace (antigor-tradición-S. Jordi) la encontramos también en una antigua luz votiva hallada en Medinet-el Fayum, donde se representa una figura con una espada mientras amenaza con una cruz un cocodrilo.

Vemos, pues, que el dragón es un elemento importante y significativo en la iconografía de S. Jordi. Además es su elemento identificativo y diferencial de otros mártires soldados, com S. Demetri, muy famoso en Oriente, matando “moros” (no, no, es S. Jordi). En muchos altares, iconos y retablos aparecen los dos santos, la diferencia entre ellos es el dragón.
Ésta es la razón por la que en muchos lugares se ha mantenido la figura del dragón incluso separada de S. Jordi. Así aparece en desfiles y procesiones. En Alcoi, cuando se realizó una estilización de la fiesta a finales del siglo XIX principios del XX, se eliminó el dragón, eliminando un elemento esencialmente jordiano. En la procesión y desfiles estaba presiendo el dragón como un elemento propio: la “cuca fea”, hoy desaparecida de la fiesta. Esto no ha ocurrido en Banyeres, se mantiene en la imagen, (¡cómo no! es el signo universalmente "identificativo" y "significativo") y la tradición que se ha agrandado con la representación del dragón.

Puede reclamar el lavado de la tapa del sentido, ni hablar a destiempo: ¡El dragón es muy importante!. Por la historia y por la figura de S. Jordi.

A pesar de la longitud, impropia (lo reconozco) de un artículo de fiestas, no quiero terminar, después de hablar del dragón y la "leyenda", sin resaltar un hecho de la leyenda áurea en el que Banyeres se identifica plenamente. Dice la leyenda que cuando:

S. Jordi con la espada arrancada mató al dragón
y manda lanzarlo fuera de la ciudad.
Y cuatro parejas de bueyes le lanzaron en un campo.
I lo rei en honor a Santa María I de S.. Jordi
haga hacer una muy bella iglesia”.
Al igual que en Banyeres de Mariola hicieron nuestros antepasados, en honor de Santa Maria i de S. Jordi.

¡Vítulo al Patrón san Jorge!

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