Salvas


W.W.

Veinticinco de Abril, siguen las fiestas,
tornándose murmullos las risas claras,
cual obligada y religiosa cita
en el Campo Santo entran las Comparsas.

Sus vistosos trajes multicolores
transforman súbito esta Tierra Santa,
que los acoge callada y sumisa
cual si dormida los aguardara.

Ya están preparando sus arcabuces
I cristiani, Moros y demás Comparsas
con lentos y precisos ademanes
llenos de tradiciones y añoranzas.

Y dice presto la voz de mando:
Ave Maria, llena de gracia…
por los que fueron que están ausentes…
de lo que fueron quedan sus almas.

Recuerdos, preces, dulces plegarias
fluyen a borbotones de estas gargantas
y cual suave y alegre prodigio
quedan suspendidas en el aire en calma…

Mas al ronco estampido de sus arcabuces
violentamente al cielo son elevadas;
estos hombres-festeros parecen niños,
brillan sus pupilas ¿serán lágrimas?

Hay quien saca el pañuelo y, como es hombre,
seca el “sudor” que se depositó en su cara…
todos rezan en silencio, así son nuestras fiestas,
así serán siempre nuestras fiestas por las almas.

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