San Jorge, «El Vellet» y el conjurador

Cristóbal Albero Francés

Existen recuerdos imperecederos que se transmiten más allá de la vivencia; se rememoran y se sienten como algo perceptible y a la vez misterioso, que sin embargo la fe nos confirma en un misticismo intuitivo.

Éramos niños pasado el primer cuarto de este siglo y todavía quedaban en pie las cuatro paredes de lo que fue la Ermita del Conjurador. Había desaparecido la techumbre y del interior no quedaban más que escombros, sin rastro alguno de lo que aquello representaba. La Ermita estaba situada en las mismísimas faldas del Castillo, en lo que quizás antiguamente se denominase calle Conjurador, hoy Castillo, que con la calle Mayor y Carrer la Creu, configuraban el pueblo de Bañeres.

Sabemos por nuestros padres, que en el interior de esta Ermita había una imagen de San Jorge, a cuya memoria estaba consagrada, que popularmente se le denominaba «El Vellet»; expresión ésta, quizás, por aquello de que fuese la primera representación que del Santo existió en nuestro pueblo. Su figura, esculpida sobre hierro colado, medía unos 80 cm. de altura. Representaba a nuestro Santo ataviado a la usanza guerrera de noble centurión, que en posición de firme estrechaba en su mano derecha una lanza y en su izquierda un escudo. Acostumbrados que estamos al San Jorge a caballo, como mundialmente se le distingue, éste de a pie nos parece más extraño y a la vez más nuestro, más «Vellet» en la primacía y más joven en la recomposición de esta rica iconografía que de San Jorge posee Bañeres.

El Conjurador se pierde en la oscuridad del tiempo. Lo poco que sabemos nos lo transmitieron nuestros padres; también nuestros abuelos dieron fe de esta Ermita, quienes a su vez recibieron el mensaje de sus padres y bisabuelos nuestros. Aquí se rompe el eslabón genealógico que nos sume en el interrogante de lo desconocido y a la vez anhelante por descubrir.

San Jorge «El Vellet» y el Conjurador… Sinónimo de fe y protección, de historia y tradición, de misterio y exaltación. Allí, en lo alto, como más cerca del cielo, al amparo del Castillo, había una vez una Ermita, por nombre «El Conjurador», que bajo el patrocinio de San Jorge «El Vellet», conjuraba la tormenta y el rayo. Los fieles rogaban con tanta fe y confianza, que el milagro se producía y la tempestad, antes amenazadora y estruendosa, se transformaba en apacible bonanza.

Muchas cosas se imploraban y se imploran a San Jorge, por algo, a lo largo de su patronazgo, ha dado muestras de su especial predilección por este pueblo que le quiere y le adora. Pero a San Jorge «El Vellet» en su feliz emplazamiento de «El Conjurador», se le suplica por la lluvia, cuando esta necesidad era acuciante; cuando los campos y las tierras de Bañeres estaban sedientas; cuando, entonces, la agricultura era el principal sostén de su economía y el agua el principal alimento de la tierra.

Todavía queda el eco de aquella estrofa «Sol y agua y aire no…» que en peregrinación al «Conjurador» y también a las tres cruces, que cerca del Molino «Roig» estaban emplazadas, cantaban los vecinos de este pueblo. Todavía quedan los pedestales de sólida piedra, que servían de sostén para las tres cruces que se alzaban triunfantes, donde el peregrino, haciendo un alto en el camino, elevaba al cielo su ferviente oración.

Me contaba José María «Talo», persona de muchos años, de buena memoria y que ha vivido con intensidad todos los acontecimientos de este pueblo, que cuando se vislumbraba una amenazadora tormenta con presagio de males para nuestro campo, la campana de San Jorge era volteada por los serenos o vigilantes y a la vez que aviso para el vecindario, existía la creencia de que el eco de su martilleo ayudaba a disipar esa perturbación atmosférica. Inmediatamente se movilizaba el vecindario y en procesión desde la Iglesia al Conjurador, con San Jorge «El Vellet» al frente, bien conducido en brazos por el tío Quico «El Sompo», se celebraban en la Ermita las preces dirigidas a Dios por intercesión de San Jorge, que con la bendición final por el Sr. Cura, se producía el milagro de conjurar un mal, que como la tormenta, amenazaba a nuestro pueblo.

En nuestro tiempo, muchas cosas son las que nos afligen y de las que necesitamos un valedor, que cual San Jorge «El Vellet» y el Conjurador, nos ampare de estos sufrimientos morales o físicos que muchas veces nos aquejan.

La Cofradía de San Jorge, haciéndose solidaria con este sentir general de restablecer las tradiciones más genuinas en torno a nuestro Patrón, ha decidido la reconstrucción de la Ermita del Conjurador y el busto de San Jorge «El Vellet», para lo cual hemos adquirido el terreno donde estuvo emplazada antiguamente, al mismo lado del Maset de los Estudiantes, y ya con el diseño realizado por nuestro paisano escultor Vicente Ferrero, está el proyecto en marcha para una inmediata construcción.

San Jorge «El Vellet» hará un nuevo milagro y en esta fe y confianza en la ayuda de todos, conseguiremos restaurar una singular tradición de nuestro pueblo.

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