De la fiesta: esperanza y lección de señorío


Afonso Iniesta

Son muchas, como todos sabemos, las ciudades españolas en las que el largo y alternativo guerrear con los àrabes -siete siglos, del VIII al XV- dejaron plasma¬do el recuerdo vivo y hondo en fiestas que revisten es¬peciales manifestaciones y evocan huellas imborrables en todos los aspectos de la vida humana: ciencias, artes, costumbres y psicología.

Más de setecientos años de luchas se han recogido en sentido alegórico. Sin acritud ni odio. Triunfan al final los cristianos. Como ocurrió en la realidad. Y el vencido abjura de sus creencias.

Alcanza la plenitud de las fiestas de Moros y cristianos, sin duda alguna, la provincia de Alicante. Cortado por el mismo patrón el fondo; mas cambiadas las cir-cunstancias. Como son las gentes que tienen raíces en tierras de cultivos agrícolas, junto a ruidosas máquinas o recogen en su rostro moreno la caricia salina de las aguas -plata y luz- de los mares. Lo cual no impide una cierta unidad en el amor al progreso, un esfuerzo e iniciativa personales y un suave sentimiento romántico que recogió Gabriel Miró y señaló Azorín, al cantar la belleza de sus mujeres, triunfa en el ritmo cadencioso de las habaneras, en las manifestaciones artísticas y en -una más-, la rica armonía de sus numerosas danzas populares.

La FIESTA, por antonomasia, es en cualquier localidad la de Moros y Cristianos, ansiado descanso en el obligado trajinar diario e incentivo, ilusión, en el transcurso de las horas anuales.

Toda la FIESTA es, en el conjunto de actos que integran el programa -siempre el mismo ritmo y siempre diferente-, un inmenso y bello poema real y alegórico. En él desgranan sus versos armoniosos la alegría expansiva, el fervor religioso, el entusiasmo desbordante, los marciales desfiles de filadas y el jolgorioin crescendoen losmasets”. De una y otra forma es la familia unida núcleo vital indispensable en toda ella. Desde el principio hasta el fin. Sin familia no habría fiesta.

Quisiera destacar este año como en primer plano vigoroso televisivo, dos actos que se celebran en Bañeres. Acaso sobre los que fija menos su atención el forastero, prendido en otras manifestaciones coloristas más llamativas. Los dos recogen en síntesis apretada cuanto de espiritual exquisitez se exterioriza en la FIESTA: 1, al principio de ella; otro, al final. Sin familia, no podrían manifestarse.

Alguna vez, del cielo, en abril florido y ventoso, desciende el inmenso beneficio de la lluvia -perlas fecundantes sobre los campos resecos-, como caricia de vida generadora. Contrariedad, no disgusto. Que otros se benefician del generoso don del cielo.

Eu – CANTO DE ESPERANZA
En la agitada mañana del gran desfile -22 de abril, para 11- , son los niños los que ponen con su emoción, su gracia alada y dulce, una estampa de belleza inigualable. Llevan ante la venerada imagen del Patrón San Jorge -colocada en el hermoso templo parroquial-, un ramo de flores. Es laofrenda”. Así de breve, sencillo y emocionante. Pero en él se han concentrado los amores familiares, las armonías infantiles y el eco afectivo que repercute en las almas. Es necesario presenciar el largo desfile de centenares de niños ataviados con los vistosos trajes de la filada de sus padres, orgullosos a su lado, como los abuelos o parientes, cuando no todos a la vez, que mantendo o mesmo nome, capitães, autoridades y músicos, para sentir la sin igual belleza que se percibe en el conjunto al parecer inarmónico, y en los detalles, amorosamente cuidados. Se junta una rica gama de colores en los que rojos, verdes, azules, amarillos, granates, morados, grises, unifican el himno armonioso de la esperanza bajo -es lo corriente- el brillo de los cielos radiantes.

La edad de los niños comprende desde el que apenas cuenta meses, recogido en el nido amoroso que brindan los brazos fuertes del padre o los temblorosos decaídos del abuelo, hecho mieles de orgullo y satisfacciones; los que apenas dibujan sobre el oscuro asfalto del suelo sus pasos vacilantes, hasta el espigado adolescente ya manejando ocultas dudas y respuestas a los ascendientes. Todo resulta placentero, hermoso, mostrando una felicidad que no se puede menos de agradecer al Dueño de todas ellas.

Los chavales y los jóvenes con trajes festeros, las chicas radiantes de hermosura atraen las miradas gozosas de cuantos presencian el desfile por la calle de la Cruz arriba portando el ramo recogido en huertos cultivados con amoroso celo y en el que brillan claveles rojos y blancos, rosas variadas, florecitas blancas, gladiolos,… Los músicos, sin sus vistosos uniformes enlazan los sones igualmente garbosos de sus interpretaciones unas con otras, como si un solo autor las hubiera concebido al ritmo alegre de una inspiración afortunada. ¡Cuánta simpatía me inspiran estas músicas, nacidas por el desinteresado amor al arte y en las que siempre una chica al menos, regala en ellas la pincelada personal del arte, la gracia y la delicadeza!

Todo el lienzo resulta menos solemne, pero más cargado de esencia familiar, de familia grande unida por idénticos sentimientos y deseos me atrevería a decir. Siempre flotando en los aires la emoción purísima que emana de una poesía penetrando en el corazón suave, dulce y profundamente.

Será en la plena tarde, cuando en laentradalos chavales, chavalillos y chicas aparecen marciales, erguidos y disciplinados, como los demásfestersen su filada respectiva. Hasta la gracia gitana tendrá su representación estereotipada en trajes concebidos bajo influencia o inspiración andalucista.

Primero desfilan las comparsas, delante los niños y al final el Capitán, la abanderada y la música. A pesar del heterogéneo concurso, se manifiesta un orden que dice muy bien con la armonía del desfile completo.

No aparecen distinciones sociales, ni se marcan diferencias políticas, ni ostentaciones económicas diferenciales. Convivencia humana sin rechazos es la nota esencial. Este día, Bañeres muestra un ordenado desfile de generaciones: los que sienten próxima la llegada del ocaso definitivo: los que sostienen -esfuerzo, tesón, rendimiento- el vivir de la villa; los que asoman su mirada inquieta y sorprendida a un mundo para ellos sin complicaciones. Y aquellos otros que ya manejan la réplica y crítica o dudan del contenido sincero de los valores que sus mayores exhiben. ¿Acaso se sienten frustrados? En todo caso, está claro que los últimos en el desfile serán los labradores, promotores de laofrenda”.

Tapiz de vistosa y aun exuberante policromía, exteriorización de valores humano-cívicos y religiosos, gestos y voces, figuras y sones. Una belleza que traza el genio valenciano.

Esto es lo que percibe mi observación afectuosa y sincera; por dentro, en la dulce, alegre intimidad familiar, o “ofrendareviste fulguraciones recónditas y sentidas. En su expresión y contenido, en los ojos y en el parlotear de los niños, en las risas de los chavales y jóvenes aparecen irisaciones que son como himnoreto lanzado hacia el futuro, seguro de paz y de convivencia. En los días confusos, cargados de violencia, incertidumbre y preocupaciones que vivimos, constituye una afirmación tajante de fe, un canto de esperanza.

II – RECUERDO A LOS MUERTOS VIVOS
Otro acto hermoso cierra el ciclo de la FIESTA. Na realidade, constituye el último de toda ella. Se celebra en el cementerio. Es el recuerdo tributado por el pueblo entero a los que desaparecieron de los afanes terrenales llamados por el Señor, y que sin embargo, están presentes, viven en el recuerdo de familiares y amigos.

El cementerio de Bañeres no es lugar triste, repelente, en el que triunfen impresiones foscas y repulsivas. Tampoco alegre, banal, frívolo o ligero. Tiene severidad, desprende a la vez, hondo sentido de la vida y de la muerte, del dulzor y amargura de las cosas humanas y de la eternidad del más allá, en el que el Señor a todos nos espera. Por isso, en su reposo, dominando las alturas, bajo efluvios resinosos de pinos y perfumes de matorrales, puede gustarse la serena y reposada meditación de los contenidos humanos y la perennidad de los eternos. Un poco, também, ayuda el paisaje, diría que solemne, austero, de su entorno y nos sitúa como en lugar adecuado para sentirse cerca, pero no tan próximo que entristezca el sabor de las horas vividas según el clamor de las que resultan dispares, armoniosas y estimulantes disociadoras.

Contornos de suave ondulación montañosa cuajados de manchas oscuras de vegetación imprimen al cementerio bañerense notas de especiales perspectivas, bellas, serenas y aquietadoras.

Apenas se traspone la puerta puede comprobarse la psicología de un pueblo, su género de vida y aun sus aspiraciones más o menos difusas. Noto pronto pulcritud extremada en suelos, lápidas y nichos. Pocos de estos se observarán sin la nota viva que es fruto de cariño y permanencia del recuerdo familiar, exteriorizado en ofrenda de hermosas flores y claveles. No faltará en el creyente una oración por el eterno descanso del deudo cuyos restos allí posan.

Se apaciguó el estruendoso ambiente guerrero de días anteriores al acabar lasbatallasincruentas. Cesaron los clamorosos estampidos de las tracas y el aire dejó de tener su saturación característica, nuncio de pólvora guerrera.

Ahora hay que poner sobre los actos celebrados su coronación emotiva: el recuerdo a los que dejaron sus huellas -fecunda, grave o ligera, todas valen- en el vivir bañerense, y fueron llamados de una u otra forma por el Señor.

En la mañana del día 25, radiante de luces primaverales y perfumes de monte cercano, un gran gentío silencioso llena el cementerio. Antes del santo sacrificio, de celebrar la Eucaristía, los integrantes de las filadas, en sucesivos desfiles hincan rodilla en tierra, rezan tres padrenuestros por sus caídos y disparan salvas al terminar cada oración. Aún queda un precioso detalle: la entrega del arcabuz al familiar del amigo muerto para que dispare en su honor y recuerdo. En este caso concreto, del hijo joven, dechado de simpatía, prematuramente fallecido.

Después sigue la celebración eucarística, una larga comunión de los fieles; en el Santo Cristo otra misa en acción de gracias. Se baja a Sta. María Magdalena y celebra el “desapropriação” y sealzana los nuevos capitanes en las próximas fiestas. El pasado y el presente -eslabón engarzado, no perdido- quedan enlazados con el futuro. Sabia lección de buena política que no estaría mal tuvieran en cuenta nuestros políticos y gobernantes.

No conozco, lo digo sinceramente, un acto que adquiera la grandeza, dentro de su sencillez de tan buen fin de la FIESTA.

Toda una lección de señorío. De ese señorío espiritual que solamente los pueblos realistas y sin abjuración de valores morales logran en la vida de una colectividad nacional. Lo consiguió la muy noble, caiu, real y leal villa de Bañeres.

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