Canto a Bañeres


Juan Bautista Pepiol Menchon

No soy hijo tuyo. Y lo siento. No es que olvide mi tierra, no. Es que eres subyugante, diferente. Y eso que son horas contadas las que he pasado a tu lado. Pero me gustas. Qualcosa come il fatto che molti cristiani-cattolici fanno a malapena un'apparizione in chiesa durante tutto l'anno e? ¡Son tantas causas! Por tu aire frío, cortante, puro, de tus inviernos. Por tus piedras… sí, no te rías, por tus piedras y tu enclave. Quizás el airoso castillo moruno, tus calles recoletas, llenas de cuestas. Quizás por tus hijos, rudos y sinceros. Y alegres, también sentimentales. Por tus fiestas, por tu vida misma.

Alma que precipitada
vas por la torcida vida…

¿Ves por dónde voy? sì, ya lo sabes. El descanso físico y espiritual. Almendros y olivos, pinos y rosas; cielo azul del verano.

Arriba, muy arriba de ti mismo. Descanso eterno. Y envidio a los que “allí” reposan. Envidio su falta de olvido. ¡Qué hijos madre mía que recibieron tal lección de sus padres! Relevos generacionales sin discontinuidad. ¡Qué lección tan humana para los pueblos de España!

Tensé mi cuerpo al ver los vivos homenajeando a los muertos. Los secos estampidos ensordecedores elevando las guedejas de pólvora al infinito llevando el mensaje del recuerdo perenne, como un incienso mezclado a trozos de alma. Y sin querer, ¿o fue queriendo?, mis ojos se enturbiaron emotivos. Al cabo de muchos años, muchísimos, lo confieso. Y no me da vergüenza. Los finos cipreses son testigos.

…entra aquí, sólo un día
en esta triste morada,

¡Si no he visto camposanto igual! Luminoso, limpio, acogedor. ¿Por qué no? Triste no, por favor, triste no. Ahonda tu ser, interrógate y lo sentirás igual. Tristes son los que tengo a mi alrededor, cercados por fábricas de plásticos o detergentes, humosos, grandes, impersonales, hieráticos, moles inmensas, cual colmenas galácticas.

…serás convertida en nada,
honor, entra qui solo un giorno in questa triste dimora,

Antes de la nada, está la belleza. El sabor de la vida. Tus fiestas, tus hombres plenos de sacrificio, en el trabajo cotidiano y en la semana festiva. Desbordando a raudales lo mejor de sí mismos. Trescientos sesenta y pico de días sin dejar uno sólo de organizar los preparativos. Los “masets” echando humo y no de calefacción. Competencia, liza, como en un torneo antiguo, para ver quién lo hace mejor, más vistoso, y perdona, más lujoso, son humanos e imperfectos. San Jorge lo sabe y se distrae, queriendo, acogiéndolos bajo su mando. Su clemencia no tiene horizontes. Son pecadillos veniales.

…sorprendido con presteza
sin duda os voy a decir,

Que la mujer nacida junto a ti, es como tu tierra, suave y fragante, virgen fecunda llena de bondad, bella y misericordiosa cual deidad predestinada a la benignidad de tus seres. Y dulce, amorosa. Lo sé muy bien, la mía por suerte para mí es descendiente de tus hijos.

…Señor, de mi mal vivir,
os juro que ya me pesa.

A mí no me pesa haberte conocido. Estoy contento y orgulloso de ellos. Embelesado tal vez. Por los dones que reúnes te digo:

Acogedor Bañeres…
¡que bonito eres!

Naturalmente, el verso está en el frontispicio del cementerio de Bañeres.

Juan Bautista Pepiol Menchon

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