San Jorge nos ofrece el mensaje a la unidad


Manuel Soler Espí. Cura Párroco

Es de tal alcance la invitación a la unidad, lema de todo cristiano y de todo hombre de buena voluntad, que las fuerzas del enemigo de la humanidad son siempre las mismas: divide y vencerás.

La festividad religiosa tiene unas exigencias para los hombres que toman parte activa en ella. En nuestro caso, ciudadanos de Bañeres, actores principales del culto y homenaje a San Jorge mártir, debemos aportar una colaboración con el fin de que las celebraciones festivas estén repletas de autenticidad. Cualquier hecho humano de convivencia puede realizarse la mediocridad. Y ante el repertorio de posibilidades, es oportuno esclarecer y matizar el significado de estas fiestas que nosotros vamos a celebrar en calidad de creyentes.

Desde esta nuestra condición de creyentes no se tratará de convertir lo sagrado en profano ni lo profano en sagrado, sino de realizar lo uno y lo otro con ideas y elementos afectivos cristianos. De entre ellos, uno, por cierto muy importante en nuestro tiempo, es la convivencia que conduce a la unidad.

Convivir es primordialmente vivir con otros en esta doble vertiente: pensando “en” ellos y pensando “con” ellos.

Pero los motivos fundamentales de esas jornadas de convivencia en torno a temas sagrados y profanos, podrían ser tres:
a) Culto a Dios y veneración a los santos que constituyen la mejor parte del Cuerpo de Cristo.
b) Tiempo de ocio, de quietud y descanso después de la rudeza de tantas horas de trabajo y esfuerzo.
c) Días especialmente adecuados para la reunión familiar y la convivencia social.

Interesa resaltar el último aspecto, no desgajando el primero, a favor de todos los bañerenses. Se trata de lograr un clima de unidad, de convivencia, entre los que, de una u otra gorma constituyen el pueblo de Bañeres.

Los que viviendo en él, lo forjan cada día con su fecunda actividad: quienes se preocupan por él; quienes lo prefieren mejor, y, en fin, quienes desde cualquier geografía lo estiman de veras. A todos sin excepción incumbe una misión singular: la de convivir, la de tender a la unidad, la de gestar cada obra bien hecha dentro del sublime marco de la justicia y caridad cristiana.

Cada grupo humano, un pueblo, dispone de unas categorías que ay que manejar a diario:
Matrimonio y familia, religión, cultura economía, técnica, y trabajo, tiempo libre, ratos de conversación…, factores todos ellos que pueden originar efectos contrarios: desde hacer próspera y esperanzadora la historia de los hombres respectivos hasta declinarla en decadente y maliciosa. En este juego ineludible que nos compromete a todos tiene un papel preponderante a la unidad. Concepto tan rico en contenido que no puede reducirse a una traducción material o infantil. La unidad de los hijos de Bañeres tiene unas exigencias de respeto, de mutuo acercamiento. De colaboración, de adecuada preparación y competencia, de actitud de servicio, de comprensión. La unidad no se improvisa, se consigue en un constante esfuerzo y renuncia egoísta. Hay que elaborarla poco a poco, con grandes dosis de paciencia.

Es por todo ello por lo que las fiestas de Moros y cristianos, que año tras año a San Jorge nuestro pueblo dedica, deben ser un eslabón que quede bien engarzado con el pasado y siempre abierto al futuro para crear el clima propicio y siempre abierto al futuro para crear el clima propicio y tendente a la unidad en la convivencia familiar y social. San Jorge será el eje diamantino de nuestro compromiso personal y comunitario, que va venciendo el mal para lograr que sea practicado en profundidad el lema “todo hombre es hermano”.

Que el ansia de volver a celebrar nuestras fiestas la alegría de haberlas celebrado ayuden a realzar nuestra persona en lo humano y lo cristiano.

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