Final de las fiestas


J.S.B

Al reverendo P. Jesualdo María de Bañeres, misionero capuchino, a cuya iniciativa se debe la celebración de esta Misa de Campaña.

El día 25 de abril es preludio de los actos de despedida de nuestras fiestas, el rendir tributo de respeto a la memoria de todos nuestros antepasados, con la emocionante visita al recinto sagrado donde reposan. No puede describirse, porque lo empequeñeceríamos al tratar de glosario. La emoción que produce en todos la entrada y desfile de las comparsas por los patios del cementerio, a los acordes de marchas fúnebres, disparando salvas de honor, rodilla en tierra, a continuación de rezar un padrenuestro, a cortos intervalos que separan unas comparsas de otras y, finalizado el desfile, dirigirse los festeros, silenciosos, a las tumbas de sus deudos para ofrecerles una oración y unos disparos de arcabuz, no tiene comparación con ningún acto, cualquiera que sea su naturaleza.

La despedida del cementerio se hace con una solemnísima Misa de Campaña de la que nos da ligera idea la fotografía que ilustra esta página. En uno de los patios se congregan en perfecto orden de formación todas las comparsas. En otro, los paisanos, y en el centro, entre ambos, el altar, al que dan escolta de honor los Capitanes y Banderas de todas las comparsas. Enmarcan este cuadro cuatro paredes repletas de nichos, durante la Santa Misa, embargados todos, fieles y oficiante, de la honda emoción del acto, la hacen más ostensible en el momento de la Homilía en que todos sienten discurrir las lágrimas por sus mejillas.

Digno colofón a las fiestas de un pueblo que sabe animarlas con sana alegría, que sabe orar y que saber honrar a sus antepasados de una manera tan preciosa.

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