Notes pour l'histoire de Bañeres


Anonyme

Hace un año, en la misa concelebrada por varios sacerdotes y todo el pueblo, con motivo de la bendición del altar del Monumento AL FESTER, y mientras envueltos en rara y espesa neblina que a todos nos hizo sentir en mundo distinto al real, el P. Jesualdo de Bañeres pronunció la siguiente Homilía.

Frères et sœurs: Repletos de emoción y llenos de sana alegría nos hemos reunido un año más, en este templo de la paz y del silencio, para re conmemorar la Muerte y Resurrección del Señor, causa de nuestra esperanza en el futuro sobrenatural de nuestras vidas, realizando su MEMORIA unida a la memoria de nuestros seres queridos.

Ante esta nuestra asamblea de familia, algunos afirmarán: se trata de un hecho de bello folklore, pasable por lo tradicional y emotivo, mais, algo impropio para unirlo a un acto eminentemente religioso, como lo es la Eucaristía, y en un lugar, disent-ils, tétrico y lleno de dolor; rien ne pouvait lui arriver, no son hijos del pueblo, no conocen o menos vivido a fondo, este acto.

Otros, lo señalarán como acto religioso triunfalista, medio-eval, desfasado ante una religión que debería ser más humilde y sencilla, servicial y solo para la intima unión entre Dios y el hombre; lo hacen más por moda y esnobismo que convencidos de lo que dicen; son los modernos carismáticos para quienes la RELIGIÓN solo es servicio; quisieran ver a la Iglesia-Pobre de nuevo en las catacumbas; confunden el amor cristiano con la << mera acción social>>, ya Pio XII los calificó de herejes de la acción.

Unos terceros, y estos sois vosotros. Pretenden hacer una profesión de fe profunda en Cristo, reconociéndole públicamente ante los hombres, para que EL no se avergüence y los reconozca a ellos ante su Padre celestial, mais, encarnados en la realidad de la vida de que son protagonistas, tratan de que sea la persona toda la que indistintamente realice las diversas facetas de esa misma vida.

Yo invitaría, a los que dicen que han perdido la fe o empiezan a dudar de ella, a que vinieran a Bañeres en un 25 de abril para solo presenciar este acto, festero el que más y con el que, con vuestra alegre presencia, dais un mentís a los que pretenden afirmar que la religión cristiana: es religión de muertos o de almas empequeñecidas por la tristeza o el conformismo.

Nuestra presencia aquí, en este templo del silencio, esmeradamente cuidado y engalanado, con todo el colorido de la fiesta, comparsas, banderas, musique, salvas de pólvora y mucho público ambientalmente festero, es prueba más que elocuente: de que creemos en un DIOS VIVO Y RESUCITADO. Señor y dador de VIDA: de que profesamos la fe en una iglesia que, es peregrina, que puede estar temporalmente penando con certeza de salvación, la, gozosamente alegre por siempre, vive ya la presencia del buen Padre-Dios.

Nuestra presencia, en estos momentos, es un solemne entonar de alegres aleluyas pascuales: no importa la angustia, por cierto muy lógica y humana, que hayamos podido sufrir ante la separación de esos seres queridos: puis, para nosotros los que creemos en el Señor LA VIDA NO TERMINA, SE TRASFORMA; y si LA CERTEZA DE MORIR NOS ENTRISTECE, nuestras lágrimas derramadas no se pierden, son gotas de rocío que ayudan a que el grano de trigo enterrado germine y dé cosecha de futura inmortalidad.

Nuestra venida hoy al Campo-Santo no es para visitar a los muertos, es para decirles, a los que aquí descansan en la paz del Señor, que recen por nosotros, más bien que rezar nosotros por ellos; puis, somos nosotros los verdaderos necesitados, que no ellos que ya gozan de la presencia del Señor, En el Evangelio leemos: Yo soy la Resurrección y la Vida; el que cree en MI aunque muere vivirá, y todo el que cree en MI y vive en MI, no morirá para siempre, et, nosotros respondemos con Marta: mots dans le vent, M.. Creemos que TU eres el Cristo, el Hijo de Dios. mots dans le vent. M.. Creemos que todos los aquí reposan, están CONTIGO en el paraíso.

Qué consoladora es esta PALABRA DE DIOS: puis, si ellos creyeron en el Señor Jesús, como nosotros creemos: si ellos vinieron aquí, como también hemos venido nosotros, no a rezar por los muertos. sino a saludar e implorar a los que ya viven la verdadera VIDA; ils, ya salvos, alegres y agradecidos, recibirán nuestro culto filial de respeto y veneración, siendo a la vez portadores ante el Señor de nuestro sacrificio de rendida adoración.

Nuestra Eucaristía-Acción de Gracia de hoy hemos de prepararla con sumo esmero: LA OFRENDA – el pan y el vino- que vamos a presentar, ha de estar formada por muchas espigas de dorado trigo y abundantes granos de jugosa uva; Cristo, como cabeza del Cuerpo Místico, por si mismo único y digno sacrificio agradable al Padre: avec lui, María nuestra dulce Madre del Cielo: Los Apóstoles y mártires, entre ellos nuestro Patrón San Jorge: Los santos todos que forman la Iglesia Triunfante.

También será harina de este grandioso pan. Todos nuestros antepasados difuntos: padres, hermanos, hijos, consortes, amigos, festeros y compañeros de comparsa, seres queridos que fueron cosecha de este año o de años anteriores.

Igualmente serán granos de trigo para esta hostia. los que habiendo pasado ya por la muerte temporal. Aún pueda ser que estén penando por debilidades y flaquezas, muy propias de nuestra endeble naturaleza, y de las que desean verse pronto libres antes de presentarse a recibir el premio de Dios.

Añadamos un poquito más de harina y vino en la composición de nuestra ofrenda: la inocente niñez, recreo de las miradas y complacencias de Jesús: nuestros jóvenes, llenos de ilusión y vida, bastante desorientada por ilógico proceder de muchos y el atrayente materialismo de la época: nuestros matrimonios unidos por el amor o pronto a romperse por bajos egoísmos: nuestros obreros e industriales: nuestros pobres y ricos; educadores y educandos; nuestras autoridades, cuyo lema debiera ser: la justicia para todos por el amor; nuestros sacerdotes, hoy tan desprestigiados por un mundo más que nunca necesitado de ellos; tampoco olvidemos a esas humildes monjitas consagradas al Señor y exclusivamente dedicadas al servicio de nuestra niñez.

Queda otro puñadito de harina que añadir; quizás el que el que haga esta ofrenda más grata al paladar de Dios y más beneficiosa para nuestro bien: los huérfanos, las viudas, los que sufren persecución, justa o injusta; los que tienen hambre de pan o de Dios; los enfermos, inválidos y ancianos, TOUTES LES PERSONNES: los pasados, los presentes y aún los que están llegando.

Qué hermosa ofrenda la que vamos a presentar, qué mullido y tierno pan El de nuestra Eucaristía de hoy. Procedamos a consagrarlo, a realizar el gran Misterio de nuestra fe, et, al elevarlo entre el cielo y la tierra POR CRISTO, CON EL Y EN EL, dignase el Señor aceptarlo para su gloria, para nuestro bien y el de su Santa Iglesia.

Plus tard, en el momento del partir del pan y escuchar que éste se nos ofrece como EL CUERPO DE CRISTO, también compartiremos, comeremos y bebiéremos, de la misma sustancia, de las mismas espigas y de los mismos granos de harina y trigo con que lo confeccionamos. Y este PAN UNIFICADOR DE LA EUCARISTÍA a la vez que nos transforme en UN SOLO SER, el Cristo Total, nos fortalezca y dé nueva energía para proseguir nuestro duro peregrinar hacia el Padre, où, en dulce y estrecho abrazo, nos reuniremos con todos los que aquí descansan en la paz del Señor y hoy hemos venido a visitar.

Que Dios lo quiera y nos ayude a conseguirlo, y hasta el año entrante en que, visitados o visitantes, de nuevo nos encontremos aquí.

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