Vitolo al Patro Sant Jordi …


UNA. Rodríguez Bernabéu

En la Plaza, frente a la Iglesia, una multitud se afana por incorporarse a la procesión. Es el día grande, el 23 de Abril, festividad de San Jorge y en honor del Santo Caballero se celebra una muy solemne, y como la Cruz que la inicia ya salió, Comparsas, Bandas de música y toda clase de gentes intentan incorporarse creando una pequeña confusión en la que destacan los instrumentos más abultados que los músicos elevan sobre sus cabezas. Todavía se oyen los últimos gritos de los vendedores de cirios ofreciendo su mercancía envuelta en tiras de papel azul. Calle abajo, muy lentamente, empieza el cortejo; por el centro de la calle, formados según la anchura o estrechez de la misma, las Comparsas; primero el Bando Moro; a continuación el Cristiano.

No permite el itinerario en su comienzo un vistoso desfile; las calles son estrechas, con desniveles, cortas; calles tendidas en la ladera del montículo que culmina el Castillo, calles de ambiente apacible y que trascienden a paz de hogar y alegría de trabajo, de casitas encaladas en cuyos balcones luce el candoroso alarde del cobertor enmarcado por las luces dispuestas en honor del Santo. Y en la puerta, abierta de par en par, algún morador que por achaques no puede incorporarse a la Procesión, contempla su paso con nostalgia y recogimiento. Pero, al fin, el cortejo se adentra por la Carretera…

Ya las escuadras de las Comparsas despliegan en hilera toda la fanfarria multicolor de sus vistosos trajes con el remate de las airosas plumas del turbante los Moros, o de primerizas flores en la caperuza los Labradores y todos luciendo los característicos utensilios o emblemas de sus comparsas: aperos de labranza, extraordinarios lapiceros y plumas los tunos y sopistas Estudiantes, escudos, rebanadas, espadas los Cristianos y los gastadores Moros con sus pobladas barbas y clàssicos ferraments a la espalda; todos marcial y recogidamente, al viento las plumas, las flores y las capas al viento los solemnes compases de nobles composiciones, desfilan meciendo ligeramente la figura por la amplia calle que en su longitud alberga una mitad del silencioso cortejo.

¿Silencioso? En la quietud de la noche primaveral en luna creciente, aromada con intensidad por los brotes nuevos de la vecina sierra, estalla, de repente un coro de voces enérgicas y rotundas –toda la energía y rotundidez que comunica la fe- que con clamor unánime y progresivo rompen el tranquilo y apacible silencio lanzando a lo alto el “Vítol al Patró Sant Jordi, Vitol ". Como una paloma que vuele en arco, trasciende y se escucha el grito, y más que en los sentidos lo percibimos en el corazón porque es allí donde resuena. Fiestas tradicionales de Bañeres, de peculiares matices y diferentes a todas: el Despojo, el recuerdo en el Camposanto a los que ya sólo están en el pensamiento, y la Procesión: solemne e íntimo, austera y llena de colorido, silenciosa y sonora cuando estalla el gozoso Vítol al Patró Sant Jordi. No; no existe nada parecido que de modo más inocente y puro llene nuestro sentimiento; ni cánticos, ni luminarias y fuegos de artificio, ni arcos y paramentos, que este simple y espontáneo Vítol que en la amplia calle tiene al resonar la emotividad de una sencilla ofrenda.

Hacia el final de la calle es un gran placer contemplar el inolvidable espectáculo que se ofrece: la doble fila de cirios enmarcando la bizarría de las Escuadras y a lo lejos la gallarda figura del Santo Caballero con el dosel de las banderas de todas las Comparsas. Por última vez volvemos a mirar atrás en postre tentativa de retener el bello y magnífico despliegue, el colorido, la luz, la marcialidad y el recogimiento del más emotivo y bello acto de la Fiesta. Y antes de doblar la esquina –camino ya de la Iglesia- nos lega claro y preciso el clamor alegre de un "Vitol al Patrón San Jorge".

En ese lugar que en el corazón tenemos destinado a los recuerdos gratos figura destacado, guardado con avaricia, el imperecedero e inolvidable del desfile procesional por la ancha y larga calle que un veintitrés de Abril de hace quince años viví por primera vez.

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