religião, diversión y tradición


Modesto Tortosa Francés

Cuando considero las fiestas de nuestro pueblo lo hago a través de múltiples aspectos, pero considero que los tres más importantes son: religión, diversión y tradición. Estas tres facetas están tan íntimamente enlazadas, que no concibo la fiesta faltando alguna o algunas de ellas.

Em efeito, los españoles somos un pueblo muy religioso, y es por ello que las fiestas mayores de todas las poblaciones de la geografía patria, tanto si se trata de una gran ciudad como del más pequeño pueblo, se celebran en honor de un Santo, para implorar su protección. Bañeres no podía ser menos; hay en sus fiestas actos religiosos y profanos. El recogimiento con que se oye la misa y el sermón del día de San Jorge, tanto los festeros como los demás bañerenses; la solemnidad y respeto con que acude todo el pueblo a la procesión (faltan calles para acoger toda la muchedumbre que en ella desfila); la emoción con que se escucha “El Despojo”; los textos mismos de las embajadas, impregnados por parte del Embajador Cristiano de esa confianza tan grande en Dios, que al final dará la victoria decisiva a este bando, y hasta la fiesta del cementerio, en el que se elevan hasta el cielo miles de disparos como una plegaria sin palabras, pero muy ruidosa, con ruido respetuoso, devoto, cariñoso, imploranteTodo ello no es más que el espíritu profundamente religioso que se transparenta a través de los actos apuntados.

Tampoco podía faltar la alegría en nuestras fiestas. No se pueden concebir las mismas sin ella. Seriedad, para los actos que lo requieran, y una alegría sin límites como no puede menos que sentir un pueblo sano, optimista y dinámico como el nuestro. Los festeros se divierten “haciendo la fiesta”; los no festeros, “viendo la fiesta”. Hay otro sector de festeros que no pueden aguantar cuatro días enteros de jolgorio y alternan los de festero “activo” con los de “pasivo”. Un día se divierten “haciendo fiestas”; el otro descansan como espectadores. La misma policromía de los trajes festeros; los sonidos armoniosos de las músicas que desfilan ejecutando airosos pasodobles, la fuerte iluminación de sus tibias noches, que parece que grita de fuerte y hermosa y que hace de las fiestas un día continuo, sin tinieblas; el gran ruido de sus tracas, el continuo estallido de cohetes y carcasas, con sus brillantes colores rojos, verdes, azules, blancos, dorados…, bajo un cielo negro; el poderoso estampido de los arcabuces…, todo parece invitar al bañerense a la alegría, al jolgorio. e, em efeito, los festeros aceptan gustosos la invitación; parece que la alegría atraviesa sus poros cuando pasan encima de las vistosas carrozas o desfilan en la escuadra en el acto de la Entrada, cuando disparan sus arcabuces, intentando rivalizar con los demás en cuanto a la potencia de sus “trons”; cuando desfilan al son de las alegres músicas, cuando durante la retreta los festeros jóvenes (y también muchos viejos) echan piropos a las mujeres espectadoras, llenos de finura y salero, mientras reparten caramelosLas fiestas están hechas para eso, para honrar a San Jorge y para divertirse, y los bañerenses honramos a nuestro Santo Patrón y nos divertimos tal como está mandado.

Pero el aspecto que más me impresiona de las fiestas es el tradicionalista. Cuando contemplo esas vistosas comparsas y engalanadas carrozas desfilar en la Entrada no puedo menos que imaginarme a nuestros antepasados de idéntica forma, hace muchísimos años, con los mismos trajes, la misma alegría, la misma marcialidad evolucionando en la escuadra, la misma diversión repartiendo juguetes (de plástico o cartón, ¡qué más da!), caramelos, almendras tiernas, etc. Cuando contemplo esos festeros disparando en las fingidas batallas, no puedo menos que imaginarme a los seres queridos que ya se fueron, disparando con iguales arcabuces y trajes. Cuando escucho las embajadas no puedo menos que imaginarme a los festeros de antaño pronunciando y escuchando las mismas palabras. Cuando presencio el “Despojo”, y me emociono al escucharlo, no puedo menos que imaginarme tan hermosas frases dichas muchísimo tiempo atrás, de forma igual a la de ahora y escuchadas con la misma emoción presente. Cuando contemplo el emocionante acto del cementerio no puedo menos que imaginarme resonar en mis oídos las ruidosas salvas de antaño que nuestros bisabuelos hacían llegar hasta el cielo como una plegaria, como un recuerdo y un homenaje a esos otros antepasados nuestros más antiguos, que llevaban nuestra misma sangre. Cuando contemplo la solemne procesión no puedo menos que imaginarme otra similar hecha por nuestros antecesores, con la misma seriedad, devoción y fervor que ahora; parece que veo pasar los mismos cirios de llamas vacilantes que el viento hace oscilar, los mismos redobles de tambor, el mismo paso acompasado de los festeros con el arcabuz entre los brazosDetrás, la imagen de nuestro querido San Jorge, acompañado de los sacerdotes, autoridades y música. Cuando después de cada batalla al finalizar los disparos, contemplo las comparsas alinearse delante de la iglesia, hincar humildemente la rodilla en el suelo e inclinar el arcabuz en homenaje al Altísimo, no puedo menos que imaginarme a los festeros de tiempo atrás haciendo el mismo gesto de sumisión.

Al leer este artículo quizás muchos me reprochen la falta de erudición. No he citado fechas porque las desconozco y no me he molestado en buscar. ¿Pereza? Quizá. Pero lo que yo he intentando plasmar con lenguaje sencillo, aunque sin conseguirlo plenamente con toda su grandeza, con mis humildes medios de expresión, no es más que el sentir de un bañerense ante nuestras Fiestas, y creo que habrá muchos que piensen de igual modo. En cuanto a la faceta del tradicionalismo de la Fiesta hago recordar unos artículos que han salido algunos años seguidos en nuestro Programa de Fiestas, acompañados de una fotografía, titulados: “Rememorando”. ¡Simpáticos y emotivos artículos dignos de encomio! En ellos se “rememoraba” con cariño, emoción, pena y respeto a muchos personajes de la fotografía que no estaban entre nosotros. ¿Y qué significa aquello sino un aspecto tradicional de la Fiesta, aunque de un tradicionalismo bastante reciente? Pues lo mismo quiero yo expresar en el último punto de este humilde trabajo: resaltar el aspecto tradicional de nuestras Fiestas y elevar un homenaje a todos nuestros antepasados ausentes, a los que hemos conocido y a los otros, a los que por los muchos años transcurridos no sabemos quienes fueron, pero que llevaban nuestra misma sangre.

Y hago fervientes votos por que esta fiesta no se pierda nunca y que su religiosidad, sana alegría y sentido tradicional perduren para siempre.

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