Posible origen de nuestras Fiestas

JSB.

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A don Francisco Guillem, alcalde de Ibi, y a don Joaquín Miralles, director del periódico “Inquietud”, a cuya gentiliza debemos el haber podido hacer estas divagaciones sobre esta posible “Fuente histórica de nuestras fiestas”.

Los comentarios que con frecuencia se hacen acerca del origen, antigüedad y causa de nuestras tradicionales fiestas de Moros y Cristianos, nos movieron a buscar antecedentes que pudieran orientarnos en este aspecto, por considerar sería una efemérides curiosa, digna de ser conocida y causa para celebración, en circunstancia en que quisiera realzarse, de un carácter extraordinario de las fiestas.
En el Archivo Municipal no hay datos que puedan orientar. Los festeros más antiguos, especialmente los de las dos comparsas que constituyen la base de las actuales, hablan de que en la familia hay constancia de haber pertenecido al bando moro o cristiano, sus bisabuelos, lo que nos remontaría a principios del siglo pasado, y un arcabuz de un moro viejo, tiene una chapita grabada en la que consta fue fabricado en Eibar a finales de la primera mitad del pasado siglo.
No se podía adelantar un paso más, y cuando ya habíamos desistido de este empeño, circunstancialmente llega a nuestras manos un número del periódico “Inquietud”, simpático quincenario que publica el Centro Cívico Cultural del no menos simpático pueblo de Ibi, en el que aparecía una información cuyo conocimiento nos hizo abrigar la esperanza de poder conseguir datos más concretos, y hasta, tal vez, una firme garantía de autenticidad sobre este buscado origen.
Con el entusiasta beneplácito de nuestra primera autoridad municipal y asistido por ese incansable concejal que tan dignamente representa al alcalde en la presidencia de la Comisión de Fiestas, don Miguel Sanchís, nos pusimos en comunicación con los señores alcalde de Ibi y director del citado periódico, los que gentilmente nos ofrecieron cuanta información pudieran suministrarnos al fin que deseábamos, del Archivo Municipal y el del periódico.
A finales de diciembre último nos trasladamos al vecino pueblo de Ibi –de cuya visita guardamos gratísimo recuerdo por las atenciones de que fuimos objeto-, y recibidos por el señor alcalde, don Francisco Guillem, y por don Joaquín Miralles, director de “Inquietud”, nos enseñaron el original de una real licencia concedida por su majestad el rey Carlos IV a la villa de Ibi en fecha 25 août 1797, firmada y sellada por el rey y varias firmas más, con antefirma expresando el cargo de los firmantes, de cuyo real documento entresacamos sólo lo que consideramos útil a nuestras pesquisas, renunciando a la transcripción íntegra, por lo extenso.
Autoriza la real licencia la celebración de fiestas con soldadesca, al mando de su capitán, los que armados de arcabuz harán descargas en sitios fijados, para dar mayor solemnidad a las fiestas, et ajoute: la soldatesque, al modo que lo hacen y hemos permitido a las Villas de Alcoy, Bañeres y Bocairente. Y os prevenimos celéis no haya excesos ni abusos obviando todo peligro y desazones.
Patentiza este documento que la real licencia a Bañeres para el empleo de la soldadesca es anterior a 1797.
Y ya dispuestos a fantasear, haremos algunas deducciones, cuya lógica no creemos sea del todo descabellada.
Esa soldadesca, con su capitán, es de suponer adoptara un uniforme que, indubitablement, contribuiría al mayor esplendor en los festejos, causa principal de la concesión real.
Esta real autorización, que en lo que respecta a Bañeres, fue concedida para solemnizar las fiestas en honor de Nuestra Señora de los Desamparados, acordaría el pueblo trasladarla a las que decidiera celebrar en honor de San Jorge cuando fue este mártir nombrado Patrón de la villa, y es también de suponer que fuera entonces, dada la condición de capitán paladín del cristianismo, y por cuya defensa llegó a alcanzar el martirio, se acordara fuera ese glorioso capitán el símbolo de la heroica lucha sostenida a través de siete siglos por los cristianos españoles para liberar a España de la invasión mahometana.
Admitido este supuesto, no está falto de lógica suponer que esa soldadesca acordara dividirse en los dos bandos, cristiano y moro, que habían de simbolizar esa lucha, y ataviados con trajes alusivos a sus respectivos papeles en esa representación del episodio histórico a rememorar, fueran los núcleos de las comparsas que constituyen en la actualidad los dos bandos en lucha de nuestras fiestas de Moros y Cristianos.

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