Palabras al viento


Manuel Soler Espí. Cura Párroco

Si las piedras hablaran nos dirían cantares de alegría y murmullos de oración. Y, por maravilla de técnica o en gracia de poesía, se nos recuperase la voz de las campanas, perdidas en aires lejanos, las oiríamos en misiones de ángeles por montes y por campos. Y absortos y de rodillas el alma sentiríamos la fuerza de la palabra alada. La palabra de San Jorge mezclada en palabras de campanas. Y nos sería difícil distinguir cuál nos llega más al alma. Porque si una representa nuestro ideal, amor en persona transformado, la otra nos dice mensajes de instituciones que están en lo más profundo de nuestro pecho.

Parroquia y San Jorge, dos metas ideales de nuestro pueblo. Sería incomprensible que alguien se empeñase en deshacer esas dos realidades que en un mismo haz están atadas. Viven de la misma ilusión, son obras del mismo empeño. Y entre estos dos amores anda formándose la piedad de nuestro pueblo.

San Jorge, haciendo gala de su nombre fuerte, ha ido formando a martillazo limpio el carácter de nuestro pueblo. Sabía lo que tenía entre sus manos y cuánto valía esta veta que él había encontrado. No le defraudará en su ilusión por reformarlo. Se entregará con brío a la labor dura y callada de dar carácter a este pueblo por él ganado. Y conseguirá su empeño porque aquí está para demostrarlo este pueblo de Bañeres entero. El ¡Viva SAN JORGE! Nos sale de dentro por ser gente agradecida y porque, aunque de lejos sabemos corresponder a esta palabra blanca de pureza, pero sincera y dura como el hierro, que un día sembrara San Jorge en nuestro pueblo.

Pero ya se perciben palabras nuevas. Queremos saber si formarán una misma melodía con el cantar viejo. Gentes jóvenes de Bañeres: si por ventura oís palabras que no llevan pátinas de tiempo viejo, es oro que no es de ley y hay que ponerlo en el fuego. Y si son palabras de veras, vuestras, en la purificación del fuego encontraréis siempre el sello de San Jorge en ellas puesto.

Y quizá la fragua que os diga cuál es el mensaje vuestro está en compararlo con el menaje de este campanario vuestro. Y cuando golpeándolo en piedra viva, oigáis que tienen el mismo acento, podéis estar seguros que es muy vuestro.

Mirad el campanario y el torreón de vuestro castillo y os hablarán de durezas porque en piedra se hicieron; os hablarán de alturas porque a ellas se dirigen siempre sin cansancio en vuelo vertical al cielo; os hablarán de unos padres que pregonan, la voz al viento, el querer que siempre tienen en vosotros puesto. No digáis que no entendéis de alturas, porque ya vuestros ideales se han allanado hasta el suelo. No digáis que no entendéis la maternidad de vuestra parroquia y de la fortaleza de vuestro castillo, porque en ellos se forjaron vuestro carácter y temperamento.

Hoy me recordaron gratamente un verso de nuestro Juan Ramón Jiménez:

Lento, el arado, paralelamente
abría el haza oscura, y la sencilla
mano abierta dejaba la semilla
en su entraña partida honradamente.

Habéis abierto en todo el año este surco de vuestras fiestas. Honradamente os lo habéis ganado. El trabajo de todo el año se compensa con esta alegría desbordante y multicolor de las fiestas de Moros y Cristianos. Con la sencilla mano abierta habéis dejado caer vuestro entusiasmo en prepararlas, y esta tierra roturada con honradez de ilusión se va a abrir en surco nuevo para depositar en él la semilla de honores a vuestro Patrón San Jorge. Y este surco abierto y esta florida ilusión, este noble empeño por sentirse cada día más hijos de San Jorge, nos ha ganado enteramente el corazón. Y ahora, como nunca, hemos sentido el ansia de realizar con el poeta el verso sublime:

Pensé arrancarme el corazón y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
al ancho surco del terruño tierno.

Manuel Soler Espí
Cura Párroco

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