La primera piedra de nuestra Iglesia

José Soler González. cuidado

Don José Olivares fue un Cura amante de Bañeres. Recientemente, gracias a un grupo de amigos de nuestras viejas glorias, ha sido devuelta a su lugar, en nuestra iglesia, la lápida funeraria del doctor Olivares.
Con este motivo, y repasando los viejos papeles del Archivo Parroquial, he tropezado con una instancia o «pedimento» de don José Olivares, y una escritura adjunta de la fundación de la iglesia, que, por ser un capítulo de la historia de nuestro Bañeres, quiero resumir, en sus principales datos, para ustedes.
El documento está extendido por el escribano Cristóbal Alonso, de la villa de Agres, por mandato del «Señor Miguel Pons de Roque, Alcalde Ordinario de la villa de Agres», mandato verbal, por más señas, pues como dice muy llanamente el escribano, para eterna memoria de ello, «no lo firmó su Merced, por no saber», y dice así en sus principales párrafos:
«Sépase por los que este escrito vieren y leyeren, cómo los Señores Alcalde y Regidores, que componen el Ayuntamiento de esta villa de Bañeres, que lo son Gregorio Belda, Alcalde, Francisco Sans hijo de Francisco, Miguel Argent y Pedro Ferrero, Regidores, y el Doctor Mauro Aparisi, Sacerdote, Doctor en Sagrada Teología y Cura de la Parroquial Iglesia de esta misma villa, y los señores electos, que lo son, Francisco Sans de Bernardo, Pedro Tomás Árbol, Jacinto Francés el mayor, Pedro Bodi, Agostin Ribera y Vicente Tortosa, electos nombrados para las cosas infraescritas…».
Como vemos, los troncos de las familias bañerenses tienen una respetable antigüedad, a juzgar por los apellidos, que eran idénticos a los de ahora hace más de dos siglos, y aún los nombres pueden encontrarse hoy dentro –o fuera- de cualquier «maset» que se estime.
«Todos juntos en Cabildo –continúa el texto- en días pasados, propusieron y determinaron, fabricar un nuevo templo, para honra y gloria de Dios nuestro Señor, y a su Madre y Señora Nuestra, con el título de Madre de Misericordia, nuestra Patrona y Abogada…». Más adelante añadirá, por dos veces: «y de nuestro ínclito Mártir, Abogado y Patrón el Señor San Jorge».
La escritura se extiende a continuación en lo «muy justo y católico» que ha sido siempre el edificar templos a Dios, y en los muchos motivos que hay para ello, de los que, dado, «sólo pondré cinco, que parecen ser más convenientes», amén del ejemplo de Salomón, que se cita repetidamente.
Pasando a la ceremonia, «los sobredichos señores, que gobiernan esta noble y leal villa, juntamente con el referido señor Doctor Mauro Aparisi, Sacerdote…, con los susodichos electos… salen en procesión solemne con asistencia de todos los de esta villa… ». No dice de dónde salieron: claro es que desde la antigua iglesia, no muy lejos del Castillo, quizá del lugar donde ahora se alza el Teatro Principal.
«Y llegado a este sitio, en donde se acordó poner la primera piedra, después que los sobredichos señores… y el expresado Cura se hicieron los corteses y debidos cumplimientos, dándose unos a otros la mano… » (hemos progresado muy poco en cuestión de cortesías), en este momento, los ya dichos señores tienen el fino detalle de ceder el derecho «al enunciado señor Cura, así por lo que representa, como por ser merecedor de ello… y por las prendas y virtudes con que al presente florece y está adornada su persona… », para que «ponga por su misma mano la primera piedra fundamental».
Y en efecto «con júbilo, alborozo y alegría de todos, el expresado Señor Doctor Mauro Aparisi, Sacerdote, Cura de dicha Parroquial… » puso la primera piedra, «en el día de hoy que contamos, veinte y quatro del mes de Junio de esta año mil setecientos treinta y quatro… ». Apunten la fecha los amantes de conmemoraciones aniversarias: ya pueden ir preparando el próximo «cuarto de milenio».
«Después la segunda piedra la puso el Reverendo Señor Mosén Miguel Ballester, Sacerdote, y los demás señores del Gobierno, y electos que se siguen, pusieron cada uno, una, y consecuentemente Asencio Berenguer Mayor, Miguel Gerónimo Doménech, plata Blas, Andrés Albero Mayor, Grasia Ribera, y otros muchos vecinos de dicha villa que se encontraron en dicha función, pusieron, y ejecutaron lo mismo poniendo cada uno por su orden, una piedra en el mismo lugar, en donde se puso la primera, todo lo cual se ejecutó con mucho aplauso, y aclamación de vítores (no había tracas sin duda), en señal de estar esperanzados, se auia de fabricar un suntuoso templo de que hasta el día de hoy carecían…». «Testigos Joseph Pont el mayor, José Pont Menor, cirujanos…»
No creo revelar ningún secreto si les digo que el templo se edificó, a juzgar por los hechos. Lo que quizá no sepan ustedes es que se tardó sólo dieciocho años, lo que me parece una proeza para los medios de entonces. Todavía estaba de Cura el referido Doctor Mauro Aparisi, quien tuvo el honor de bendecir la nueva iglesia.
El acto se verificó «como entre tres y cuatro de la tarde» del día «veinte y cuatro de Diciembre de mil setecientos cincuenta y dos años». La ceremonia fue bastante prolongada, pues «entre cinco y seis de la tarde» (los relojes no debían ser portátiles, precisamente), «se confirió a la Iglesia, en donde en antes estaba el Santísimo Sacramento, y con Posición solemne, la trasfirió, y trasladó a este nuevo Templo… Y dijo Misa Cantada en el Altar Mayor de esta nueva Iglesia, y fenecida se entonó el Te Deum… ».
Y colorín colorado…, la historia se ha terminado. Firma este protocolo Mosén Miguel Ballester, y la copia del mismo, su sobrino Laureano Ballester Garrigós Francés y Molina, «escribano del Rey Nuestro Señor…», y «propietario de los Jugados Ordinarios y de Baylio de esta Villa de Bañeres y vecino de ella…».
Que los sucesores actuales de aquellos esforzados bañerenses merezcamos ser dignos de sus hechos, e ilustrar esos gloriosos apellidos que llevan centenares de años laborando por el bienestar de su Bañeres y por la «honra y gloria de Dios, y de su Santísima Madre, y de nuestro invicto Mártir, Abogado, y Patrón, el Señor San Jorge».

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