Como en años anteriores, ha sido requerida mi pluma –cosa que agradezco una colaboración para ésta revista. Accedo a ello, pero heme aquí con que, con gran torpeza, no hallo tema inédito apropiado para desarrollar; en honor de esta bendita villa de Bañeres.
En colaboraciones pretéritas he dejado expuesto todo lo mucho que mi corazón siente hacia Bañeres y sus moradores; admiración de su espíritu superador; a la veneración de su Santo Patrono; al cultivo de una niñez tan sana y tradicionalista; al elevado concepto de la amistad y, una multa, a las múltiples cualidades de que todo bañerense está revestido.
¿De qué hablar, pues, en ésta ocasión si todos los panegíricos han sido pronunciados ya, no sólo por mi, sino por los muchos admiradores y mejores literatos que yo, con que ésta población cuenta?… En vista de ello, me limitaré exclusivamente a explicar que:
Bañeres, como noble herencia de una tradición lejana y recuerdo imborrable de la secular hispánica hazaña que alcanzó el definitivo triunfo de la Cruz, va dando, año tras año, con sus fiestas, una prueba exquisita de su delicada sensibilidad y un testimonio perenne de gratitud.
El tiempo boraz no ha logrado borrar el recuerdo, ni tampoco aminorar el entusiasmo de la manifestación popular por la reconquista de Bañeres; antes al contrario, como buen pueblo alicantino, no solo ha procurado cuidar con esmero sus festejos que celebran su conquista, sino que se ha desvivido para conseguir que éstos, como de milagro, alcancen, al correr de los años, un más alto grado de esplendor.
Ante las expansiones de júbili con que celebrais con brio propio, vuestra fiesta de vigencia secular, sean mis palabras de saludo para vosotros, nobles vecinos de la villa de Bañeres.
A instancias vuestras me veis tomar, con vosotros, parte activa en vuestras fiestas, figurando mi nombre entre los que con sus escritos ilustran la magnífica y lujosa Revista Oficial de vuestros tan solemnes e históricos festejos.