was sie da draußen sagen


Ferre C.

Siendo niño, una vez, pregunté de donde me habían traído. Me contestaron entonces que de París lo mismo que todos los bebés. Seguí creciendo, creciendo, con el pensamiento de que París era un pueblo grande, lleno de parques, jardines con muchas tiendas repletas de juguetes, biberones y sobre todo con enormes almacenes de niños que salían diariamente hacia todos los pueblos del mundo.

Me dijeron también que París era una gran ciudad, y me sentía tan orgulloso de ser de allí como por tener un padre “que sabía mucho” porque hacía unas sumas muy grandes y escribía muchas cartas en una tarde; cartas que yo depositaba luego, haciendo puntillas en el buzón del pueblo. ¡Cuánto sabía mi padre! Les contaba a mis amigos que todos los días se leía un periódico entero y escribía mucho en sus libros del despacho. ¡Qué admirable era el talento de mi padre!

Später, ya hombre, cuando la vida me había enseñado que París era mi Bañeres y que mi padre no poseía ni mucho menos una gran sabiduría como yo imaginara de niño, iba una vez en el tren, cuando tras largo rato de fumar y charlar con otros compañeros de viaje, vino la consabida pregunta: ¿De dónde es Vd?- -Soy madrileño. –Yo, de Barcelona.- ich, de Bilbao.- De Bañeres (dije yo). -¡Hombre, Bañeres!, conozco ese pueblo, habló el Sr. que estaba frente a mí. “Un pueblo que vale y avanza mucho, llevo veinte años recorriendo pueblos y Bañeres es de los que más aprecio. Allí tengo amigos, buenas relaciones comerciales y no me importaría dejar Madrid para vivir entre aquellos hombres activos, simpáticos y acogedores que le hacen a uno sentirse en casa”… Y habló de nuestro pueblo, de sus fábricas, de ese latente movimiento industrial, de sus fiestas…, y de otras tantas cosas. Yo callaba, callaba porque lo que aquel hombre decía era muy bueno de escuchar, porque decía cosas de mi pueblo que eran buenas y eran verdad, y ¡qué hondo sentimiento de dulzura me embargaba cuando escuchaba todo aquello que hubiera dicho yo mismo!

Me sentía muy dichoso porque todos conocieron como es nuestro Bañeres, con ese hechizo que alaban, porque atrae a los forasteros que aquí llegan, porque conocieran también, como eran sus hombres y su vida. No me sentí inferior ni por un momento junto a aquellos señores nacidos todos en una gran ciudad. Mi París se llamaba Bañeres, y yo, era como ellos, al igual que todo bañerense, tan capaz, tan desenvuelto (perdón) como ellos; y no me sonrojé como el jovencito que negaba a su pueblo ante las chicas de la capital para que no le llamaran paleto. Muy lejos de eso dije –de Bañeres- casi con énfasis, pues fue para mí una alegría comprender, que no había nacido en aquella capital si no en Bañeres y quise a mi pueblo entonces, como antes y como ahora, con idéntica devoción que he querido a mi padre aun cuando vi que no era aquel sabio que forjara mi mente infantil.

Otra vez, bajando a la estación, el viento traía hacia mí la conversación de unos obreros que iban unos pasos adelantados. Deduje por su charla que eran electricistas que estaban temporalmente arreglando la línea.

-“¡Lástima que terminemos ya aquí…!”-“¡No me iría nunca de este pueblo!”-Hablaban de sus jornadas de trabajo en Bañeres, como un placer, de sus horas libres en los casinos, de aquellos inolvidables ratos en el “maset dels maseros” que son “el dimoni” y reían, reían contándose lo bien que lo pasaron lamentando que eran sus últimos días de trabajo en nuestro pueblo… Yo, otra vez me puse contento; cositas así todos podríais contar, porque algo habéis oído también de cuanto se dice de este rinconcito donde hemos nacido, porque Bañeres así es

und, se dice también por ahí, que hasta la primavera es más primavera en Bañeres; hay aquí algo más que aire tibio y verdor en el campo, hay luces y colores que, sólo son nuestros porque nuestras son las fiestas de San Jorge. Estas fiestas esperadas día tras día con el entusiasmo hijo de las conciencias tranquilas por el deber cumplido. San Jorge sabe que todo esto es por él, por eso, protege a su pueblo, por eso su industria avanza, su cultura se eleva…, todo crece en Bañeres.

Que este movimiento no cese, que Bañeres trabaje cantando para que al final de un año laborioso todos tengamos la alegría de poder cantar y festejar a nuestro Patrón.

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